El "hombre dragón" de 146.000 años de antigüedad por fin tiene un rostro humano
Un cráneo escondido 85 años en un pozo familiar resulta ser el primer rostro completo de los denisovanos, nuestros parientes evolutivos más misteriosos

Un cráneo de 146.000 años, apodado "Hombre Dragón" y descubierto en China en los años 30, ha sido identificado como el primer cráneo completo de un denisovano. Este grupo de humanos arcaicos era conocido solo por fragmentos óseos dispersos, lo que convierte este hallazgo en una pieza esencial para entender nuestros parientes evolutivos más esquivos.
Un obrero lo encontró en 1933 mientras construía un puente en Harbin, durante la ocupación japonesa. Temiendo su confiscación, lo escondió en el fondo de un pozo familiar donde permaneció oculto durante 85 años. No fue hasta 2018 cuando su familia lo donó a la Universidad GEO de Hebei, según recogen Science y Cell.
Del error al descubrimiento
Inicialmente clasificado como Homo longi en 2021 por sus rasgos morfológicos únicos, nuevos análisis dirigidos por la paleontóloga Qiaomei Fu han revelado su verdadera identidad. Su equipo logró extraer proteínas del hueso petroso y ADN mitocondrial del cálculo dental, una fuente genética inesperadamente rica que superó la conservación de huesos densos.
Las pruebas genéticas mostraron coincidencias claras con restos denisovanos de las cuevas siberianas de Denisova, descartando que fuera una especie nueva. La clave estuvo en el sarro dental, que preservó material genético durante milenios en condiciones excepcionales, algo que los investigadores no esperaban encontrar en esta cantidad.
Los denisovanos habían sido hasta ahora los grandes desconocidos de la evolución humana. Conocidos únicamente por dientes aislados, fragmentos de mandíbula y trozos de cráneo de Siberia, este hallazgo les proporciona por primera vez un rostro completo. El cráneo revela una capacidad craneal de aproximadamente 1.420 mililitros, comparable a la de los humanos modernos.
La datación por series de uranio sitúa el fósil en el Pleistoceno Medio, un período donde Homo sapiens coexistía con denisovanos y neandertales. Este descubrimiento conecta Asia Oriental con Siberia en el mapa de dispersión denisovana, ampliando significativamente su rango geográfico conocido más allá de las montañas rusas.
El hallazgo tiene implicaciones importantes para la paleoantropología. Primero, valida métodos innovadores como el uso del sarro dental como fuente de ADN antiguo. Segundo, confirma la presencia denisovana en regiones mucho más amplias de Asia de lo que se pensaba anteriormente, como ya sugería la genética de poblaciones actuales.
También resuelve el misterio de por qué este cráneo no encajaba en las categorías conocidas cuando fue estudiado inicialmente. Los rasgos que parecían únicos ahora cobran sentido dentro del espectro de variación denisovana, proporcionando contexto a características como los arcos superciliares prominentes y la cara ancha.
Los investigadores señalan con cierta ironía que "siempre está en el último lugar donde buscas". Después de 90 años oculto en un pozo familiar, este fósil ha logrado dar forma a uno de nuestros parientes más enigmáticos. Los denisovanos ya no son solo huellas genéticas en nuestro ADN, sino que tienen una cara reconocible.
El descubrimiento se suma a la creciente evidencia de que especies humanas que desconocemos siguen presentes en nuestros genes, como muestran los análisis genéticos modernos. Esta revelación complementa otros hallazgos recientes como el niño híbrido entre humano y neandertal que demuestran la complejidad de la hibridación entre especies.
El estudio del "Hombre Dragón" proporciona finalmente una cara a uno de nuestros parientes más misteriosos. Los denisovanos tienen ahora una identidad visual clara que permite a los científicos estudiar mejor las variaciones morfológicas de estos humanos arcaicos y su relación con las poblaciones actuales de Asia y Oceanía.