El mayor secreto de Stonehenge parece estar al descubierto 4.500 años después gracias a la arqueología

Un equipo de arqueólogos tiene la clave para entender mucho mejor como funcionó la construcción de este peculiar cromlech

El mayor secreto de Stonehenge parece estar al descubierto 4.500 años después gracias a la arqueología
Actualmente Stonehenge es uno de los grandes puntos turísticos del país
Publicado en Ciencia

Stonehenge, ese icónico círculo de piedras en la llanura de Salisbury, continúa desvelando secretos a pesar de llevar siglos bajo la atenta mirada de arqueólogos e historiadores, y es que posiblemente es una de las grandes obras del megalitismo europeo. El nivel de admiración por este cromlech es tal que se puede visitar sin salir de casa y sigue sosteniendo una poderosa aura que enamora a los profesionales del pasado y a los amantes de la cultura en general.

Un reciente estudio publicado en Archaeology International y liderado por el profesor Mike Parker Pearson, del Instituto de Arqueología del University College de Londres (UCL) , propone una nueva interpretación sobre el propósito de este monumento megalítico: la unión de las distintas comunidades neolíticas de la antigua Gran Bretaña para su consecución. Convirtiéndose así en una obra global neolítica que reunió a distintos grupos.

La teoría se apoya en el reciente descubrimiento del origen de la llamada "Piedra del Altar" de la que ya os hemos hablado anteriormente, una imponente losa de arenisca de seis toneladas que forma parte del conjunto central de Stonehenge. Como detalla un estudio publicado en la revista Nature, análisis geológicos han revelado que esta piedra, a diferencia de lo que se creía, no procede de Gales, como las famosas "piedras azules", sino del noreste de Escocia, a unos 700 kilómetros de distancia. Este hallazgo, que se consideraba un misterio desde hace más de cien años, se consiguió gracias al análisis de la edad y la química de los minerales de los fragmentos de esta roca. De esta manera, se puede concluir que hubo intercambios entre los distintos pueblos de la isla para crear Stonehenge.

Un viaje muy largo

Este largo viaje, junto con el hecho de que el resto de las piedras de Stonehenge también proceden de lugares lejanos, lleva a pensar a los expertos que el monumento pudo tener un propósito más allá del religioso o astronómico. El origen lejano de todas las piedras, algo único entre los más de 900 círculos de piedra británicos megalíticos, apunta a que Stonehenge pudo tener una función política, además de la religiosa. Podría haber sido un símbolo de unidad, un proyecto comunitario que celebraba los lazos ancestrales y la conexión con el cosmos de los diferentes pueblos neolíticos. Algo muy interesante y que demuestra que, en el pasado, las uniones de los distintos pueblos de la región cooperaron de buena gana y además durante periodos de tiempo muy prolongados.

La construcción de Stonehenge se llevó a cabo en varias fases a lo largo de cientos de años, comenzando hace unos 5.000 años. Las primeras "piedras azules" llegaron desde Gales, a unos 225 kilómetros de distancia, alrededor del 3000 a.C. Las grandes piedras "sarsen", que forman el círculo exterior y los trilitones interiores, fueron transportadas desde unos 25 kilómetros de distancia. Era necesario un esfuerzo organizativo gigantesco y fundamental para que todo esto se llevara a cabo ya que los medios que tenían las comunidades de Gran Bretaña eran limitados, ni siquiera se había introducido la rueda todavía en la región.

La Piedra del Altar, similar a las piedras horizontales de los círculos de piedra del noreste de Escocia, se incorporó al monumento unos 500 años después, alrededor del 2500 a.C., coincidiendo con la remodelación de Stonehenge y la construcción de los trilitones que enmarcan la puesta de sol del solsticio de invierno. Al venir de Escocia, o bien pudo ser un regalo o directamente una alianza clave en un territorio que también pertenecía a otros pueblos.

Este periodo coincide con un aumento del contacto entre los habitantes de Gran Bretaña y pueblos provenientes de Europa continental, principalmente de las actuales Holanda y Alemania. La teoría del profesor Parker Pearson es que la remodelación de Stonehenge, con la incorporación de la Piedra del Altar, pudo ser una reacción a la llegada de estos nuevos pobladores, un proyecto para unir a los británicos autóctonos frente a los recién llegados.

Aunque la integración de estos pueblos, conocidos como la cultura del vaso campaniforme, fue inevitable y con el tiempo se convirtieron en la población dominante de la isla, Stonehenge se mantiene como un testimonio de la capacidad de organización, la complejidad social y la posible búsqueda de unidad de las comunidades neolíticas de Gran Bretaña. Por ello, es una historia profundamente interesante que muestra la cooperación de distintos grupos para una tarea titánica.

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