El tiburón más viejo es también el que guarda el secreto más poderoso en su genoma. El misterio de la longevidad
Científicos logran secuenciar por primera vez el genoma completo del tiburón de Groenlandia, el vertebrado más longevo del planeta, revelando posibles mecanismos genéticos detrás de sus casi cuatro siglos de vida

El tiburón de Groenlandia puede vivir hasta cuatro siglos, convirtiéndose en el vertebrado con mayor longevidad del planeta. Esta capacidad extraordinaria ha intrigado a los científicos durante décadas, pero hasta ahora se desconocían los mecanismos genéticos detrás de esta proeza biológica. Un equipo internacional acaba de completar la primera secuenciación de su genoma, abriendo un camino para entender cómo estos animales desafían el paso del tiempo.
Los hallazgos del equipo se han publicado en un estudio en bioRxiv, donde se ve que el genoma del tiburón de Groenlandia tiene un tamaño de 5,9 Gb con 37.125 genes predichos. Lo más destacable es que este material genético es aproximadamente el doble de extenso que el genoma humano, convirtiéndolo en el más grande entre todos los tiburones analizados hasta la fecha.
La maquinaria molecular de la longevidad
El análisis genético ha identificado tres familias de genes específicas (TNF, TLR y LRRFIP) que presentan un número mayor de copias en comparación con especies de tiburones de vida más corta. Estas características podrían explicar por qué estos habitantes del Ártico alcanzan edades que rondan los 400 años. Otra particularidad destacable es que su metabolismo muscular apenas cambia con el tiempo, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los vertebrados al envejecer.
Estos hallazgos complementan otras investigaciones sobre longevidad, como el reciente estudio que demostró que el consumo moderado de café podría aumentar la esperanza de vida humana en casi dos años. La comprensión de cómo diferentes organismos gestionan el paso del tiempo resulta fundamental para la ciencia.
El tiburón de Groenlandia, que vive en aguas heladas a profundidades de hasta 2.000 metros, ha desarrollado adaptaciones genéticas para sobrevivir en condiciones extremas. Su genoma muestra modificaciones en la rodopsina que mejoran la visión en la oscuridad, y más del 70% de su material genético está compuesto por elementos móviles o "genes saltarines". Esta característica recuerda a otras especies longevas como el salmón carpa gigante del Mekong, que también puede vivir décadas en su ecosistema.
La secuenciación del genoma del tiburón más longevo del planeta representa un importante avance científico. Aunque todavía estamos lejos de trasladar estos conocimientos a aplicaciones prácticas, cada paso en la comprensión de los mecanismos biológicos de la longevidad nos acerca un poco más a entender uno de los grandes misterios de la vida: por qué y cómo envejecemos.