Elon Musk, cuestionado por la Royal Society por su impacto en la ciencia bajo la administración Trump
La Royal Society ha sugerido a Elon Musk que renuncie a su membresía debido a su papel en la reducción del apoyo gubernamental a la ciencia durante la administración Trump

El magnate que transformó la industria automovilística y espacial se enfrenta ahora a una situación inédita en su carrera. La Royal Society de Londres ha solicitado formalmente a Elon Musk que renuncie a su condición de fellow tras su participación en políticas que contradicen décadas de consenso científico establecido bajo la administración Trump.
La petición marca un enfrentamiento directo entre la comunidad científica internacional y el sector tecnológico privado. Tal y como ha revelado Futurism, la institución científica más antigua del mundo busca que Musk abandone su posición después de siete años como miembro de una organización fundada en 1660 que cuenta con Isaac Newton entre sus presidentes históricos.
De innovador admirado a figura controvertida
Hace apenas unos años, Musk encarnaba el futuro tecnológico que muchos esperaban. Tesla revolucionó la movilidad eléctrica masiva mientras SpaceX democratizaba el acceso al espacio con cohetes reutilizables. La Royal Society reconoció estos logros otorgándole la distinción de fellow en 2018 por sus contribuciones a dos sectores históricamente estancados.
La transformación se aceleró tras su incorporación al DOGE, el departamento con nombre de meme, bajo la administración Trump. Desde esa posición, ha respaldado recortes presupuestarios masivos en agencias científicas fundamentales, incluyendo una reducción del 20% del presupuesto de la NASA. La ironía resulta evidente: la misma agencia que proporcionó contratos millonarios a SpaceX ahora ve amenazada su financiación.
Los efectos se extienden más allá de las cifras presupuestarias. Una encuesta publicada en Nature revela que numerosos investigadores estadounidenses están considerando abandonar el país debido a la reducción sistemática de fondos y los constantes cuestionamientos a la integridad de su trabajo científico.
Sus controversias recientes van más allá del ámbito político. La industria cinematográfica emprendió acciones legales contra Tesla por usar imágenes generadas por IA sin autorización. Alcon Entertainment, productora de Blade Runner 2049, citó específicamente sus "visiones políticas y sociales extremas" como motivo para rechazar cualquier asociación.
La situación alcanza niveles surrealistas cuando Grok, su propio chatbot, acusa públicamente a Musk de difundir desinformación y teorías conspirativas a través de X. Su propia inteligencia artificial señala al empresario como responsable de dañar la credibilidad científica en la plataforma.
El malestar se extiende a los usuarios de X, donde se registra un éxodo masivo tras implementar el uso obligatorio de contenidos para entrenar modelos de IA. Creadores y científicos expresan preocupación por el uso no consentido de sus datos y trabajos creativos para alimentar sistemas de inteligencia artificial.
Las controversias éticas se multiplican con revelaciones sobre biotecnología. Se confirmó que Musk utilizó servicios de selección genética para influir en características intelectuales específicas de sus hijos, abriendo debates sobre los límites de la ingeniería genética y la responsabilidad empresarial en biotecnología avanzada.
Sir Adrian Smith, presidente saliente de la Royal Society, ha expresado su posición claramente: "El daño ya está hecho. Las acciones recientes contradicen completamente el espíritu que justificó su elección". La institución mantiene su postura pese al silencio de Musk, quien no ha respondido a la solicitud de renuncia desde que se hizo pública.
El enfrentamiento refleja una tensión más profunda entre dos aproximaciones al conocimiento: el método científico basado en evidencia, financiación estable y colaboración internacional contra decisiones guiadas por criterios políticos, presupuestos volátiles y nacionalismo restrictivo que limita la cooperación investigadora internacional.
El caso genera repercusiones a nivel mundial sobre el papel de las grandes tecnológicas y la responsabilidad de sus líderes. Mientras Musk continúa promoviendo proyectos como la colonización marciana, la comunidad científica cuestiona cada vez más si sus acciones actuales son coherentes con el futuro tecnológico que prometía construir para la humanidad.