Este fantasma de las profundidades es algo nunca antes visto. Se trata de un animal imposible en otras circunstancias
Una nueva babosa marina bioluminiscente desafía todo lo que sabíamos sobre estos animales al habitar las zonas más profundas del océano donde nunca brilla el sol

Imagina hundirte lentamente en el océano, más allá de donde alcanza la luz del sol, hasta llegar a una profundidad de 2.200 metros. Allí, en la oscuridad total, un extraño ser luminiscente flota en las aguas. Se trata del Bathydevius caudactylus, una babosa marina única en su especie que ha revolucionado lo que creíamos saber sobre estos moluscos.
Este fascinante descubrimiento, documentado en un estudio publicado en Science Direct, revela un animal tan diferente a sus parientes que los científicos tuvieron que crear una nueva familia taxonómica para clasificarlo. Su capacidad para sobrevivir en aguas profundas lo hace extraordinario, pues la mayoría de las babosas marinas viven en aguas poco profundas o en el fondo marino.
Un cazador bioluminiscente que desafía las leyes de la evolución
Este singular molusco presenta una apariencia casi fantasmal, con una piel etérea y translúcida que permite ver sus órganos internos de color rosado. Su característica más distintiva es una voluminosa capucha que utiliza como herramienta de caza, diferenciándose de otras babosas marinas que suelen alimentarse de corales, algas, esponjas o anémonas. Como otros animales han desarrollado estrategias únicas, esta especie ha evolucionado de manera sorprendente.
Los investigadores del MBARI quedaron especialmente asombrados al observar su bioluminiscencia. "Cuando lo filmamos brillando por primera vez con el ROV, todos en la sala de control exclamaron '¡Oooooh!' al mismo tiempo", relata Haddock, uno de los científicos. Al igual que otras criaturas con capacidades extraordinarias, puede desprender partes luminiscentes de su cola como mecanismo de defensa.
Una de las características más sorprendentes es su método de alimentación. A diferencia de otras babosas marinas que poseen una especie de lengua raspadora, el Bathydevius traga a sus presas directamente a través de una boca situada en la parte posterior de su capucha. Esta adaptación única sugiere una evolución independiente, ya que solo otras dos especies utilizan capuchas de manera similar, aunque están muy alejadas en el árbol evolutivo.
La reproducción de estos seres resulta fascinante. Los investigadores fueron testigos de cómo las babosas se anclaban al fondo marino a profundidades asombrosas de hasta 4.009 metros para depositar sus huevos en forma de cintas ondulantes. En el laboratorio, pudieron observar cómo estas cintas se disolvían después de tres días, permitiendo el desarrollo de las larvas.
Este hallazgo nos recuerda que, al igual que los grandes depredadores terrestres, las profundidades marinas siguen guardando secretos asombrosos. Como señala el científico Bruce Robison, este descubrimiento demuestra que la evolución de las babosas marinas es mucho más flexible de lo que creíamos, abriendo nuevas perspectivas sobre la adaptabilidad de la vida en condiciones extremas.