Este mineral es tan raro en la Tierra que solo lo hemos encontrado una vez en toda la historia
La 'kyawthuita' es tan extraña que solo se ha encontrado una vez en toda la historia del planeta

El mineral más raro del mundo recibe el nombre de kyawthuita y solamente existe un ejemplar en todo el mundo, por lo que es increíblemente poco común lo que lo convierte a su vez en uno de los más valiosos que jamás se han encontrado en nuestro planeta. Recibe este nombre por un gemólogo llamado Kyaw Thu que compró el mineral en un mercado de Myanmar en el año 2010 y que por consiguiente decidió bautizarlo con su nombre cuando descubrió que era un material diferente al que pensaba.
Aunque en la imagen pueda parecer muy grande es por la ausencia de escala. Realmente es un grano diminuto que pesa el tercio de un gramo y que con 1,61 quilates es realmente pequeño. Y aún así, está valorado en una auténtica fortuna ya que en la actualidad es el único indicio de este mineral que podemos encontrar en nuestro planeta.
Inicialmente, el experto que lo compró pensó que era scheelita, pero realmente se dio cuenta de que era algo completamente desconocido cuando decidió facetarlo. Esto es el proceso de tratamiento que se da a los minerales para pulirlo y darle varias caras planas. En la naturaleza, este mineral no tenía la pinta que vemos en la imagen de portada de este artículo, ya que este es el resultado de facetarlo. Lo importante de esto es que durante este periodo Kyaw Thu decidió enviarlo al Gemological Institute of America tal y como explican desde el medio norteamericano Science Alert. Allí, tras un análisis más exhaustivo y con el material necesario para ejecutarlo se determinó que estaba formado por tres átomos de bismuto, cinco de estramonio y cuatro de oxígeno (Bi3-Sb5-O4), algo que nunca antes se había documentado en la naturaleza.
Con un color naranja intenso y matices rojizos, esta kyawthuita produce rayas blancas y tiene inclusiones tubulares. Esto nos lleva a pensar que su proceso de creación natural pudo estar en un contexto ígneo en el que se produjeran distintas fuerzas cortantes. Al haber trazas de titanio, niobio, tungsteno y uranio es más o menos claro que se encontrara inserta en pegmatitas, una piedra ígnea muy común en Myanmar, lugar en el que fue encontrada.
Al ser tan raro, su valor comercial no está claro. Se desconoce que utilidad o aplicaciones puede tener y su escasez es tan elevada que resulta difícil buscárselas. Por este motivo, no tiene un precio realmente definido, pero supuestamente es más caro que la segunda gema más rara del mundo, la painita que está valorada entre los 50.000 y los 60.000 dólares por quilate de acuerdo con Science Alert. Las cosas poco comunes no siempre son excepcionalmente caras si no tienen utilidad real. Por ejemplo, hay metales muy caros porque aparte de ser raros también tienen aplicaciones muy útiles o concretas.
Sea como fuere, ahora se alberga en el Museo de Historia Natural de Los Ángeles, por lo que es más bien una pieza valiosa por su escasez y por la curiosa historia que tiene detrás más que por unas aplicaciones a futuro. Ahora bien, nos hace plantearnos algunas preguntas.
Qué hay más allá de lo que hemos visto en nuestro planeta
Todo esto abre, a su vez, una suerte de posibilidades dentro de nuestro propio planeta. Al fin y al cabo ¿Cuántos otros minerales puede haber que no conozcamos? Puede que además tengan propiedades completamente desconocidas que nos puedan permitir desarrollar nuevas tecnologías o aprender a replicarlos para sustituir a otros que son menos eficientes en algunos procesos tecnológicos. De esta manera, se abre un nuevo campo realmente interesante que nos hace pensar con un mundo todavía muy desconocido aunque pensamos que conocemos nuestro planeta a la perfección.
Si esto lo extrapolamos al espacio exterior, las posibilidades se multiplican todavía más. Por ejemplo, sabemos que hay planetas repletos de diamantes, por lo que es difícil no preguntarse qué más opciones podremos encontrar en el espacio profundo o en los planetas más cercanos a nosotros mismos.