Hasta el tiburón blanco tiene depredadores: le están poniendo contra las cuerdas
Aunque por la cultura popular tenemos una imagen de que se trata de unos animales imbatibles, lo cierto es que tienen rivales en los océanos

El gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) ha sido considerado durante décadas el depredador más grande de los océanos. Con su formidable tamaño y su reputación de cazador eficiente, rara vez se imaginaba que tuviera enemigos naturales capaces de amenazarlo. Aunque, debemos decir que esto es en buena medida por culpa de la cultura popular, desde que se estrenara Tiburón a finales de los años 70, el terror hacia los escualos ha ido in crescendo y se le ha dado un puesto en la cadena trófica que, si bien se le acerca, no le corresponde completa y exclusivamente a él.
En el año 2022 se publicó un artículo en el African Journal of Marine Science que mostraba un panorama mucho más complejo en lo que se refiere a cuestiones sobre los enemigos reales de los tiburones. En determinadas zonas del mundo, como Gansbaai (Sudáfrica), los tiburones blancos están mostrando un temor tan grande hacia las orcas que incluso han abandonado áreas donde solían ser bastante abundantes.
Dos orcas asesinas cambian las reglas del juego
El motivo parece estar relacionado con la llegada de dos orcas bautizadas como Port y Starboard, que han desarrollado el hábito de cazar tiburones blancos para extraer sus hígados, ricos en nutrientes. Porque sí, uno de los animales más temidos del planeta en su medio son las orcas, que tienen una fama de ser depredadores formidables y despiadados. Aunque no se puede juzgar a un animal con la ética y moral exclusiva de los seres humanos.
Desde 2017, Gansbaai ha registrado un declive increíblemente palpable en la presencia de tiburones blancos, y las teorías iniciales apuntaban a nosotros los humanos como principal motor de este cambio, pero resulta que no. Existen pruebas que indicaron que la verdadera causa está en la presencia de estas orcas. Port y Starboard no solo atacan a los tiburones blancos, sino también a otras especies, como los tiburones sevengill de hocico ancho.
Los cadáveres encontrados en la costa muestran heridas características de una cacería focalizada en la zona del hígado. Este órgano, rico en grasas y aceites, representa una fuente valiosa de nutrientes para las orcas, aunque se desconoce completamente cuáles podrían ser los motivos para que desarrollaran esta tendencia de caza en concreto.
Los tiburones blancos, ante la presencia de orcas, optan por huir a gran escala, mostrando un comportamiento similar al de otras especies que evitan a sus depredadores. Esta estrategia de evasión ha generado un vacío ecológico en Gansbaai, donde otras especies, como los tiburones cobrizos (Carcharhinus brachyurus), están ocupando el lugar en la cadena alimenticia que antes correspondía a los tiburones blancos.
Esta transformación del ecosistema trae consigo nuevas dinámicas, pues las orcas también han comenzado a cazar a estas especies que han reemplazado de forma parcial a los tiburones blancos en el entorno. Básicamente, se han convertido en las reinas de estas aguas en el sur de África. Pero esto tiene unas consecuencias inesperadas dentro del medio, ya que otras especies marinas pueden prosperar demasiado al desaparecer el fino equilibrio que mantenían los tiburones blancos. El mejor ejemplo es el de las focas que ahora están cazando a los pingüinos africanos o compitiendo por los mismos bancos de peces. Los pingüinos están en peligro, por lo que esta situación podría causar desequilibrios palpables a largo plazo.
Aparte de la pérdida de su función depredadora, los tiburones blancos padecen presiones graves debido a su crecimiento lento y a la madurez tardía, algo que se ve claramente en el tiburón de Groenlandia lo que dificulta su recuperación si las muertes a manos de orcas se vuelven frecuentes. Por ello, es necesario un mayor control sobre los mares para ayudar a que el tiburón blanco mantenga su posición dentro de la cadena alimentaria.