Hay personas adictas a las bromas. El problema es que sufren una extraña condición neurológica

Neurólogos descubren que lesiones en el lóbulo frontal derecho provocan una adicción incontrolable a hacer chistes y juegos de palabras

Hay personas adictas a las bromas. El problema es que sufren una extraña condición neurológica
La próxima vez que le digas a alguien que sus ganas de hacer el tonto son patológicas podrías tener razón
Publicado en Ciencia
Por por Sergio Agudo

Un trastorno neurológico poco común puede convertir a las personas en bromistas compulsivos tras sufrir daños en el lóbulo frontal derecho del cerebro. Esta condición altera drásticamente la personalidad del paciente, llevándolo a hacer bromas y juegos de palabras constantemente, incluso despertando a sus familiares por la noche para compartir sus ocurrencias, sin importar lo inapropiado de la situación.

Según informa Science Alert, un caso documentado en 2016 describe a un hombre de 69 años que, tras sufrir un derrame cerebral, desarrolló una necesidad irrefrenable de hacer chistes. El paciente llegó a su primera consulta con 50 páginas llenas de bromas, la mayoría con contenido sexual o escatológico, sin ser consciente de lo inadecuado de su comportamiento.

El daño cerebral puede transformar la forma de experimentar el humor y la alegría

La historia de la Witzelsucht es fascinante. El neurólogo Hermann Oppenheim la identificó en 1890 al notar que las lesiones en el lóbulo frontal derecho provocaban comportamientos excesivamente humorísticos. Los pacientes pierden completamente el filtro social y se vuelven incapaces de contener sus impulsos de hacer bromas.

Un descubrimiento revolucionario ocurrió en 1929, cuando el neurocirujano Otfrid Foerster realizaba una operación con el paciente despierto. Al tocar cierta área del cerebro, el paciente empezó a hacer juegos de palabras en latín, griego, hebreo y alemán. Este hallazgo permitió localizar el centro del humor en nuestro cerebro.

La Witzelsucht suele aparecer junto a otro trastorno llamado moria, que causa una alegría patológica constante. Un cerebro artificial que aprende como un humano nos podría ofrecer ayuda a la hora entender mejor cómo estas condiciones afectan al procesamiento de emociones en nuestro cerebro, aunque por ahora lo que está haciendo el que existe es traspasar las líneas rojas de la robótica.

El equipo del neurólogo Mario Mendez, de UCLA, ha documentado varios casos sorprendentes. La transformación de la personalidad puede ser radical, como ocurrió con un paciente de 63 años que recibió un disparo en la cabeza. Este hombre, que antes sufría depresión severa, se convirtió en alguien constantemente alegre y bromista, llegando incluso a inflar la cicatriz de su operación para divertir a otros.

El tratamiento resulta especialmente complicado porque los medicamentos habituales no suelen funcionar. Las nuevas tecnologías para controlar estados mentales abren esperanzas para estos pacientes. Los médicos deben recurrir a combinaciones de anticonvulsivos y antipsicóticos para intentar controlar los episodios más severos.

Esta extraña condición ha ayudado a los científicos a comprender mejor cómo funciona el humor en nuestro cerebro. Los casos documentados revelan la complejidad de los fenómenos mentales positivos que nos hacen humanos, incluyendo la creatividad y la alegría, aunque para los pacientes y sus familias la situación puede volverse muy difícil de manejar.

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