Investigadores de la Rice University consiguen acabar con los microplásticos de una manera totalmente novedosa
Un equipo de la Universidad Rice diseña un material que atrapa y fulmina microplásticos y químicos tóxicos en minutos, batiendo la eficacia de los filtros actuales
Científicos de la Universidad Rice han dado con la tecla para borrar microplásticos y químicos tóxicos del agua. Han fabricado un compuesto de cobre y aluminio que actúa como un imán selectivo. Este material atrapa los contaminantes más persistentes y los desintegra mediante un proceso térmico, evitando que esas partículas invisibles acaben en nuestra cadena alimenticia.
La noticia, publicada por SciTechDaily, nos cuenta que este invento captura tóxicos con una eficacia mil veces superior a otros materiales. Este método limpia ríos y alcantarillado sin dejar residuos, una prioridad que también comparten proyectos como los ordenadores compostables diseñados para no dejar basura electrónica al terminar su vida útil.
Un imán que desintegra la basura invisible
Este material limpia el agua cien veces más rápido que el carbón activo de los filtros de agua convencionales. Esa velocidad punta permite que procesos de horas se resuelvan en un suspiro, optimizando el filtrado a gran escala. Tiene una efectividad similar a la que proponen soluciones como la cometa submarina que genera energía limpia aprovechando las corrientes marinas.
El sistema aguanta seis ciclos de uso antes de perder fuelle en su capacidad de absorción. Esa durabilidad reduce los desechos del propio proceso y frena la generación de nuevos residuos químicos. Es la misma lógica de aprovechamiento de recursos que persiguen materiales como el nuevo cemento fabricado con agua de mar.
A diferencia de los filtros típicos que solo guardan la porquería, este proceso desintegra más de la mitad de los contaminantes capturados. El calor controlado rompe los enlaces químicos sin liberar emisiones tóxicas al aire. Esta técnica garantiza que el agua sea más segura y fulmina los microplásticos de raíz en lugar de simplemente trasladarlos a un vertedero.
La tecnología procesa grandes volúmenes en sistemas de flujo continuo, lo que facilita su uso en depuradoras industriales. El material ha superado las pruebas en aguas residuales reales, lo que demuestra que se puede instalar en las plantas de tratamiento de las ciudades, algo tan ambicioso como usar volcanes para obtener energía limpia.
A este invento todavía le queda camino en el laboratorio antes de llegar a dichas plantas. Los investigadores están ahora centrados en fabricar este polvo químico a escala industrial para que las plantas de tratamiento públicas puedan integrarlo en sus balsas. El éxito de este avance marcará un antes y un después en la lucha contra la contaminación invisible de nuestros grifos.