La rana apestosa que puede ayudarnos a luchar contra las bacterias. Tiene el antibiótico más potente en su interior, y no dañaría nuestro estómago
Un estudio revela que el péptido Andersonina-D1 de la Odorrana andersonii, modificado para evitar aglomeraciones, combate patógenos resistentes sin dañar células humanas ni la microbiota intestinal

Las ranas no son precisamente conocidas por habitar en los ambientes más higiénicos del planeta. El barro y la suciedad donde normalmente viven están repletos de una impresionante variedad de microbios que podrían enfermar a muchos otros animales. Sin embargo, estos anfibios han logrado prosperar en una enorme diversidad de hábitats por casi todo el mundo y lo han hecho durante millones de años, incluso sobreviviendo en zonas tan hostiles como la exclusión de Chernóbil.
Un equipo internacional de científicos decidió investigar estos anfibios buscando nuevos compuestos antimicrobianos. Según explica el estudio publicado recientemente en Trends in Biotechnology, las secreciones de la rana Odorrana andersonii (común en el sur de Asia y conocida por su fuerte olor defensivo) contienen péptidos con propiedades antibióticas eficaces contra patógenos resistentes a tratamientos convencionales.
Un diseño guiado por la estructura molecular
El equipo centró su investigación en el péptido Andersonina-D1, que muestra actividad antimicrobiana contra varios patógenos. El problema para su uso médico es que este compuesto forma aglomeraciones al ser secretado, reduciendo su eficacia y complicando su administración.
Para resolverlo, los científicos utilizaron el método "diseño guiado por estructura". Mediante esta técnica, modificaron la estructura química del péptido hasta encontrar una versión que mantuviera sus efectos antibacterianos sin formar los agregados que limitaban su potencial terapéutico.
Las pruebas de laboratorio confirmaron que los péptidos sintéticos derivados de estas ranas son tan efectivos como la polimixina B, antibiótico que los médicos emplean como último recurso cuando los tratamientos habituales fallan. El hallazgo destaca por su precisión: la Andersonina-D1 modificada elimina bacterias dañinas sin afectar células humanas ni alterar la microbiota intestinal beneficiosa. Esta característica mejora los antibióticos tradicionales, que suelen provocar problemas digestivos como efecto secundario.
Los ensayos demostraron también su eficacia contra colonias bacterianas complejas, escenario más parecido a las infecciones reales. El compuesto funciona especialmente bien contra bacterias gram-negativas como E. coli, P. aeruginosa, A. baumannii y K. pneumoniae, consideradas prioritarias por la OMS por su resistencia creciente.
"Estamos entusiasmados de que las ranas –y la naturaleza en general– puedan inspirar nuevas moléculas que podrían desarrollarse como antibióticos", señala César de la Fuente, coautor del estudio y profesor de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Pensilvania. "Gracias al poder de la ingeniería, podemos tomar esas moléculas naturales y optimizarlas para aplicaciones terapéuticas que beneficien a la humanidad".
El equipo ha comenzado ya las pruebas preclínicas y prevé presentar sus péptidos al proceso Investigational New Drug (IND), paso previo a posibles ensayos clínicos supervisados por la FDA estadounidense si los resultados siguen siendo positivos.
La investigación forma parte de la carrera científica contra la resistencia antimicrobiana, junto al uso de inteligencia artificial para descubrir nuevos compuestos y la síntesis de moléculas de bacterias extremófilas. La búsqueda de soluciones es urgente ante el incremento de infecciones resistentes, que según estimaciones causan ya unas 700.000 muertes anuales en todo el mundo.
Los péptidos de anfibios abren una nueva vía contra las bacterias multirresistentes, aprovechando defensas naturales perfeccionadas durante millones de años de evolución. Los investigadores esperan iniciar ensayos con humanos en los próximos dos años si todo avanza según lo previsto.