Las hormigas son mejores que los humanos para el trabajo en equipo, según un estudio
Un estudio demuestra que las hormigas tejedoras asiáticas multiplican su fuerza individual cuando trabajan en grupo, desafiando las teorías sobre colaboración

Las hormigas tejedoras asiáticas acaban de poner en evidencia a toda la humanidad en lo que respecta al trabajo en equipo. Un estudio publicado en Current Biology demuestra que estas criaturas nos superan ampliamente en colaboración, y los resultados podrían tener aplicaciones interesantes en robótica y otras tecnologías que requieren coordinación.
La investigación, dirigida por Madelyne Stewardson de Macquarie University, se centra en cómo estas hormigas construyen sus nidos aéreos usando cadenas vivas de una coordinación impresionante. Tal y como documenta Current Biology, cada insecto cumple una función específica: unas tiran, otras sirven de anclaje, y el resultado es una eficiencia que muchos equipos humanos envidiarían.
El secreto está en la "carraca de fuerza"
Aquí viene lo interesante: el rendimiento individual de cada hormiga mejora cuando hay más compañeras en el grupo. Esto contradice por completo el efecto Ringelmann, que explica cómo en equipos humanos y otros animales el esfuerzo individual tiende a disminuir conforme crece el grupo, principalmente por problemas de coordinación y dilución de responsabilidades.
Stewardson y su equipo pusieron a prueba cadenas de hormigas tirando de hojas artificiales conectadas a sensores de fuerza. Lo que encontraron fue sorprendente: las hormigas no se limitan a sumar fuerzas, las amplifican. Las situadas al frente tiran activamente mientras las de atrás funcionan como anclajes, almacenando y transmitiendo energía mediante la fricción con el suelo.
Este fenómeno llevó a los investigadores a desarrollar lo que han llamado "teoría de la carraca de fuerza". Cada hormiga adicional actúa como una carraca mecánica que permite el movimiento en una sola dirección y conserva energía para el siguiente movimiento. David Labonte, coautor del estudio, señala que "las cadenas más largas tienen mejor agarre al suelo, lo que les permite resistir mejor la fuerza de reacción de la hoja".
Los números son claros: según Stewardson, "cada hormiga casi duplica su fuerza de tracción conforme aumenta el tamaño del equipo". Rinden mejor en grupo que solas, algo que no solemos ver en colaboraciones humanas, donde habitualmente ocurre lo contrario debido a problemas de comunicación y coordinación.
¿Dónde podemos aplicar esto? La robótica colaborativa es el campo más obvio. Los robots actuales que trabajan en equipo en tareas físicas combinan sus fuerzas de forma lineal, sin lograr eficiencias superiores. Implementar las técnicas de coordinación de estas hormigas podría marcar una diferencia considerable.
Chris Reid, también coautor del estudio, lo explica de esta manera: "Programar robots para que adopten estrategias cooperativas inspiradas en las hormigas permitiría que los equipos robóticos funcionen con mayor eficiencia, consiguiendo resultados muy superiores a los que lograrían trabajando por separado". Hablamos de robots para construcción, rescate o exploración que podrían multiplicar su efectividad simplemente mejorando su coordinación.
Más allá de la robótica, esto tiene implicaciones para cualquier tipo de trabajo colaborativo. Mientras que los equipos humanos suelen verse limitados por egos, malentendidos y falta de definición de roles, las hormigas han desarrollado un sistema que funciona. Su éxito se basa en especialización clara y ausencia de protagonismos individuales. Otras especies animales también han desarrollado mecanismos evolutivos complejos para la cooperación, ofreciendo más ejemplos de los que podríamos aprender.
Este hallazgo se suma a otros descubrimientos recientes sobre cooperación biológica. La naturaleza muestra constantemente ejemplos donde la colaboración supera a la competencia individual, desde células trabajando juntas hasta ecosistemas completos. Incluso investigaciones sobre rejuvenecimiento revelan cómo los sistemas biológicos complejos dependen de una cooperación celular perfecta.
Mientras los humanos seguimos batallando con dinámicas de grupo complicadas, las hormigas llevan millones de años perfeccionando el trabajo en equipo. Sus métodos, simples en apariencia pero extraordinariamente efectivos, podrían inspirar tanto desarrollos tecnológicos como mejores formas de colaboración humana.