Los gatos naranjas son únicos. Ahora, además, sabemos por qué
Dos estudios independientes resuelven el misterio de 50 años: una mutación en el cromosoma X explica el pelaje naranja y por qué la mayoría de estos gatos son machos

Llevábamos medio siglo sabiendo que el pelaje naranja en gatos tenía que ver con el cromosoma X, pero nadie había conseguido explicar cómo funcionaba exactamente. Hasta ahora. Dos estudios publicados en Current Biology acaban de resolver el misterio y, de paso, confirmar por qué la mayoría de estos felones son machos.
Los equipos de Stanford y Kyushu han trabajado por separado, pero han llegado a la misma conclusión. Analizaron más de 500 gatos de distintos colores y encontraron la pieza que faltaba: una pequeña deleción en el cromosoma X que activa un gen llamado Arhgap36, según explica el estudio de la Universidad de Kyushu.
El gen que cambió todo: así funciona la mutación naranja
La cosa funciona así: esta mutación hace que los melanocitos (las células que producen el pigmento) cambien su funcionamiento. En lugar de fabricar eumelanina, que da colores oscuros, se ponen a producir feomelanina en mayor cantidad, y esa es la responsable del color rojizo. Para confirmarlo, los científicos usaron edición genética CRISPR para crear la mutación artificialmente y obtuvieron gatitos naranjas.
Aquí viene lo interesante del asunto de los machos. Como la mutación está en el cromosoma X, los machos solo necesitan heredar una copia para ser naranjas, mientras que las hembras necesitan que la mutación aparezca en ambos cromosomas. Es parecido a lo que pasa con el daltonismo en humanos, pero mucho más visible.
El gen Arhgap36 también tiene relación con el desarrollo del cerebro, lo que podría explicar algunos comportamientos específicos de los gatos naranjas que muchos propietarios han observado. Aunque para eso harán falta más estudios, claro está.
Lo curioso es que esta mutación solo aparece en gatos domésticos. Ni en otros felinos ni en otros mamíferos, lo que sugiere que es algo relativamente reciente en términos evolutivos. Nada que ver con otros mecanismos de pigmentación, como las mutaciones que dan distintos colores a los perros.
La metodología ha sido impecable. Además de secuenciar genomas de forma exhaustiva, examinaron folículos pilosos al microscopio y confirmaron que los portadores de la mutación producen más feomelanina. La prueba con CRISPR fue definitiva: si puedes recrear el fenómeno artificialmente, la hipótesis es correcta.
Después de décadas preguntándonos por qué algunos gatos son más listos y otros parecen psicópatas, ahora sabemos que los naranjas son producto de una mutación específica que solo afecta a los gatos domésticos. Una demostración más de que la evolución a veces toma caminos muy concretos para crear rasgos distintivos.
Al final, el gran secreto de los gatos naranjas resulta que era una simple deleción genética. Simple, pero elegante. Una mutación que explica décadas de observaciones y que demuestra que, en ciencia, a veces las respuestas más esperadas llegan cuando menos te lo esperas.