Todo el mundo imagina el Sáhara como algo lleno de arena, pero no tiene tanta como te crees
El Sahara tiene una variedad más increíble de lo que podría parecer

Cuando pensamos en el desierto del Sáhara, es habitual imaginar infinitas dunas ondulantes que se extienden hasta donde alcanza la vista. Sin embargo, recientes estimaciones indican que solo un 25% de su superficie está cubierta de arena, lo cual rompe con la visión clásica de un mar arenoso sin fin. El resto del territorio presenta suelos rocosos, zonas montañosas e incluso áreas con vegetación escasa, de hecho, en el pasado estaba surcado por lagos que de vez en cuando vuelven a aparecer. Pero es cierto que la falta de agua ha agudizado el ingenio de sus habitantes, que incluso trabajan para crear agua en el desierto del aire.
Un territorio con algo más que dunas
De acuerdo con la información recopilada por IFLScience, el Sáhara abarca unos 9,4 millones de kilómetros cuadrados, lo que lo convierte en el desierto cálido más grande del mundo. Aun así, de toda esa extensión, cerca de 2,3 millones de kilómetros cuadrados corresponden a arenales, mientras que el resto está cubierto por formaciones como reg (llanuras de grava) y hamadas (mesetas rocosas).
No obstante, esto no implica que falten enormes dunas: existen extensiones de arena de cientos de miles de kilómetros cuadrados, como la Gran Erg Oriental, con unos 300.000 kilómetros cuadrados de dunas continuas.
Un pasado y presente cambiantes
A lo largo de la historia, el Sáhara no siempre fue tan árido como en la actualidad. Entre el 8000 y el 3000 a. C., existió el llamado “Green Sahara”, una época en la que abundaban la vegetación y los recursos hídricos, permitiendo incluso la práctica de la ganadería. En la actualidad, aunque el clima sea extremo y mayormente seco, se han registrado eventos puntuales de lluvias intensas. Por ejemplo, en octubre de 2024, un ciclón extratropical descargó tanta agua en el noroeste del Sáhara que provocó inundaciones, un fenómeno poco común que formó lagos efímeros entre las dunas.
La diversidad de paisajes que conforman el Sáhara es el resultado de miles de años de transformaciones geológicas y climáticas. Pese a la imagen popular de un mar de dunas interminable, el 75% restante del territorio muestra otra cara del desierto: áreas rocosas, planicies e incluso espacios que experimentan cambios súbitos cuando llegan las lluvias. Esta realidad menos conocida pone de manifiesto la complejidad de un entorno que, lejos de ser monótono, ofrece múltiples facetas en constante evolución.