Un asteroide capaz de arrasar ciudades enteras ha aparecido de un lugar inesperado en nuestro sistema solar
Descubierto en Chile a finales de 2024, este objeto rocoso de 30-65 metros procede de una zona inesperada del sistema solar y pasó de representar un riesgo a ser un valioso objeto de estudio

El asteroide 2024 YR4, descubierto el 27 de diciembre de 2024 por el sistema ATLAS en Chile, ha captado la atención de la comunidad científica por su órbita cercana a la Tierra y sus características inusuales. Con un diámetro estimado entre 30 y 65 metros —equivalente a media cancha de fútbol—, este objeto rocoso ha sido clasificado como potencialmente peligroso por su proximidad a nuestro planeta. Sin embargo, observaciones recientes han reducido su riesgo de impacto en 2032 a un 0,001%.
Según un estudio publicado en arXiv, el asteroide presenta características que lo hacen particularmente interesante para los astrónomos. Su trayectoria retrógrada y su origen en una región no tradicionalmente asociada con objetos cercanos a la Tierra plantean nuevas preguntas sobre la dinámica de nuestro sistema solar y los mecanismos que pueden enviar cuerpos celestes hacia nuestro planeta.
Un visitante inesperado con características peculiares
El asteroide tiene una estructura achatada similar a un disco de hockey, con una relación axial de 3:1, y completa una rotación cada 19,5 minutos, una velocidad inusual que sugiere una composición sólida y no fragmentada. Este detalle no es menor: determinaría cómo reaccionaría ante posibles intentos de desviación, como los que se plantean mediante explosiones nucleares para frenar amenazas espaciales.
Espectros obtenidos por el telescopio Gemini South (Chile) indican que pertenece a los tipos R o Sa, ricos en silicatos. Mediciones del James Webb confirman una superficie más rocosa que la media. Lo más sorprendente: su trayectoria retrógrada —gira en dirección opuesta a su traslación— y el efecto Yarkovsky (empuje térmico solar) explican su migración desde el cinturón principal de asteroides, entre Marte y Júpiter, una zona que raramente envía objetos hacia nuestra órbita.
Aunque en febrero de 2025 se calculó un 2,8% de probabilidad de colisión para diciembre de 2032, nuevos datos de la ESA y la NASA han actualizado su trayectoria, prácticamente descartando el peligro. El asteroide pasará a 8 millones de km de la Tierra en 2028, brindando otra oportunidad para su estudio. El seguimiento recuerda al caso de Apofis, el "Dios del Caos", cuya órbita también ha mantenido en vilo a los astrónomos durante años.
¿Qué pasaría si impactara? Con una energía estimada de 7,7 megatones, su poder destructivo se ubicaría entre el meteorito de Chelyabinsk de 2013 (440 kilotones) y el de Tunguska en 1908 (10-15 megatones). Traducido a efectos concretos: podría arrasar por completo una ciudad mediana sin llegar a provocar un invierno nuclear o extinción masiva.
Bryce Bolin, científico de Eureka Scientific y autor principal del estudio, destaca la importancia de caracterizar rápidamente estos objetos: "Cada detalle, desde la forma hasta la composición, nos dice cómo podríamos desviarlo en caso necesario". El arsenal defensivo incluye impactos cinéticos (como la misión DART que la NASA probó con éxito) o, en casos extremos, detonaciones nucleares a distancia.
La colaboración entre ATLAS, ESA, y observatorios como Gemini y Keck ha demostrado que podemos responder con celeridad ante estos visitantes inesperados. De hecho, ya se ha confirmado que no impactará en 2032, aunque su resonancia orbital con Júpiter garantiza que volverá a acercarse periódicamente hasta el próximo siglo.
Aunque las fuentes no mencionan cifras concretas, la protección planetaria no sale barata: solo la misión DART costó unos 330 millones de euros. El caso de 2024 YR4 nos recuerda que los sistemas de alerta temprana y las tecnologías de respuesta no son ciencia ficción, sino herramientas esenciales para nuestra supervivencia frente a amenazas que, aunque improbables, podrían tener consecuencias catastróficas.