Unos científicos encontraron una piedra lunar. Decidieron romperla y lo que encontraron en su interior les dejó boquiabiertos

El análisis de una muestra de la misión Apollo 17 revela una composición de azufre anómala que obliga a replantear cómo se formó y evolucionó la Luna

Unos científicos encontraron una piedra lunar. Decidieron romperla y lo que encontraron en su interior les dejó boquiabiertos
Los astronautas del Apollo 17 recogieron esta muestra en 1972, pero ha permanecido sellada al vacío hasta ahora para ser analizada con tecnología moderna
Publicado en Ciencia
Por por Sergio Agudo

Un equipo de la Universidad Brown liderado por James Dottin ha decidido romper el precinto de una cápsula del tiempo geológica. Han analizado un fragmento de roca lunar que los astronautas del Apollo 17 recogieron en 1972 y que llevaba más de medio siglo sellado al vacío. Al aplicar técnicas modernas sobre esta muestra virgen, se han topado con una sorpresa química que nadie esperaba y que nos obliga a reescribir parte de la historia de nuestro satélite.

La noticia la recoge ScienceAlert, explicando que los investigadores se centraron en granos de troilita, un mineral de sulfuro de hierro. Al estudiarlos con espectrometría de masas, detectaron una firma totalmente anómala: una falta extrema del isótopo azufre-33. Esto choca con la idea aceptada de que el manto lunar y el terrestre son gemelos, sugiriendo que la geología lunar es mucho más compleja y heterogénea de lo que creíamos.

Una huella química que no debería estar ahí

Para explicar esta rareza, los científicos manejan dos escenarios. El primero sugiere que este azufre se "cocinó" cuando la Luna era un océano de magma. Gases volcánicos habrían interactuado con la luz ultravioleta en una atmósfera primitiva antes de volver a hundirse, una hipótesis que encaja con lo que sabemos sobre por qué la Luna tiene agujeros en su superficie, vestigios de aquel pasado violento y volcánico que moldeó su corteza hace eones.

La segunda posibilidad es que estemos viendo los restos directos de Theia, el cuerpo que chocó contra la Tierra para crear la Luna. Si se confirma, significaría que nuestro satélite conserva material original de ese impacto en su interior. Este hallazgo matiza los modelos clásicos e incluso da alas a debates alternativos, como esa nueva teoría que sugiere que podríamos haber robado la Luna en lugar de formarla solo por una colisión directa.

Lo que realmente desconcierta a los geólogos es el mecanismo de transporte. Si la teoría fotoquímica es cierta, implica que hubo un proceso de "reciclaje" entre la superficie y el manto en la Luna temprana. Esto es extraño porque, a diferencia de la Tierra, el satélite no tiene tectónica de placas activa para mover material hacia abajo. El descubrimiento sugiere que existieron dinámicas internas desconocidas que mezclaron la corteza con el interior profundo.

Este hallazgo ha sido posible gracias a que la NASA guardó la muestra durante décadas, esperando tecnología más precisa. Ahora la mirada está puesta en el futuro: las misiones Artemis son vitales para traer material fresco. Mientras se define el concepto que llevará a los humanos de vuelta, los científicos necesitan comparar estas rocas "vintage" con nuevas muestras.

El estudio del fragmento de Taurus-Littrow demuestra que la Luna todavía guarda secretos químicos fundamentales bajo el polvo. Los investigadores tendrán que revisar sus simulaciones para encajar este nuevo dato del azufre, que apunta a que la historia de nuestro vecino cósmico fue mucho más agitada y diversa de lo que nos contaron los modelos simplificados de los años setenta.

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