Crítica de 'Estado eléctrico', la correcta y carísima apuesta de Netflix por la ciencia ficción
Una obra que quiere ser mucho más y aún puede serlo (con más entregas)

Hace tan solo unos días tuvimos la ocasión de asistir a una rueda de prensa en la que Millie Bobby Brown y Chris Pratt, los dos máximos protagonistas del film, así como los hermanos Joe y Anthony Russo, directores, respondieron a nuestras preguntas y nos contaron las bondades de Estado eléctrico, una película que ya hemos tenido ocasión de ver y que llegará a Netflix el próximo 14 de marzo.
Con un mundo al borde del colapso y una estética que combina la melancolía retro con una visión futurista desoladora, lo que se ha dado en llamar retrofuturismo por varias otras producciones tanto en este como en otros medios como por ejemplo los videojuegos, Estado eléctrico llega como una de las apuestas más ambiciosas de los hermanos Russo en Netflix.
Basada en la novela ilustrada de Simon Stålenhag, la película mezcla ciencia ficción, road movie y un tono intimista que busca emocionar tanto como impresionar visualmente. Pero, ¿consigue estar a la altura de sus propias expectativas?
Variada y divertida, pero podría serlo más
Y lo sentimos pero no hay respuesta corta para ello porque Estado eléctrico, en sus 128 minutos de duración, no hace más que darnos constantemente una de cal y una de arena, entreteniéndonos durante sus más de dos horas pero dejándonos muchas veces tanto con ganas de más como preguntándonos si no estarán tratándonos no como idiotas, pero casi.
Y es que el nuevo film de los hermanos Russo para Netflix después de El agente invisible, aunque Joe también escribió el guion de Tyler Rake 1 y 2, es una extraña pero funcional mezcla entre la aventura más pura, la acción, la comedia y, en cierta manera, el drama y la reivindicación, y aunque parezca imposible funciona a varios niveles, pero no al que debería.

Robots y un mundo de lo más imaginativo y hasta plausible
Una historia de ficción con tintes de realidad
Pero hablemos antes de lo que nos espera en la que es ya la producción más cara de Netflix hasta la fecha gracias a los 320 millones de dólares de su presupuesto.
Así, en Estado eléctrico, ambientada en un distópico 1997 en el que los robots se rebelaron contra los humanos por las vejaciones a las que éstos les sometían y acabaron perdiendo, conoceremos a Michelle (Millie Bobby Brown), una adolescente huérfana con poco respeto por la autoridad y nulas intenciones de abrazar la tecnología que Sentre, la empresa que dio la victoria a los humanos, ofrece al mundo.
Esta, que es la misma que permitió a la carne enfrentarse de tú a tú contra el metal, permite a nuestra mente disociarse, pudiendo estar en casa o en la playa nuestro cuerpo (con un gigantesco casco adosado enfundando nuestra cabeza), mientras que a la par estaremos controlando robots armados hasta los dientes.
Un rescate que cambiará el mundo
Una premisa muy original que nos recordará, salvando las distancias a Severance, pero cabe recordar que los Russo comenzaron con este proyecto hace años y estaríamos ante una de tantas convergencias creativas que tanto se han dado a lo largo de la historia.

Habrá que dejar las rencillas a un lado y formar equipo
Todo cambia cuando un autómata aparece ante Michelle diciendo ser su hermano menor al que daban por muerto, comenzando así un viaje en el que no tardaremos en conocer a Keats (Chris Pratt), un otrora soldado de la resistencia humana y ahora contrabandistas, que va siempre acompañado por un robot con consciencia, como todos los que se opusieron a seguir siendo meros esclavos.
Sumadle a esto un magnate que quiere recuperar lo que cree que es suyo a toda costa y a un mercenario encarnado por un Giancarlo Esposito que sigue encasillándose en el papel que le hemos visto interpretar en Breaking Bad, El Mandaloriano, la reciente Capitán América: Brave New World o incluso en el videojuego Far Cry 3 y la acción estará servida.
Creando un mundo de lo más icónico...
Unos ingredientes que darán lugar a unas escenas de acción bastante logradas donde el CGI se ha usado de manera bastante efectiva pese a que en ciertos momentos, muy pocos, notaremos que los robots no siempre están ahí. Y decimos "no siempre" porque sí que se ha usado a actores para captura de movimiento o incluso para que los protagonistas interactúen con un ser vivo en lugar de con un calcetín o una pelota verde.

Hay acción y toques de humor
Pero no todo en Estado eléctrico tiene que ver con disparos y explosiones y huidas a la carrera, porque los Russo, apoyándose en el trabajo de Stålenhag, han buscado crear todo un universo donde los robots viven acinados en reservas, la humanidad acepta el establishment y esa suerte de realidad virtual que se creó en aras de salvarnos de los autómatas se ha tornado en un peligroso medio de adoctrinamiento y evasión; y además han dotado a la obra con el toque justo de humor.
...en el que hay que tragar demasiado
Una tarea encomiable que sin duda habría necesitado de más minutos o de más películas para desarrollarse debidamente y es que hay muchas cosas en el film que no las saborearemos como se merecen o que ocurren demasiado rápido y porque sí, y tendremos que transigir. ¿De verdad nadie ha visto al robot? ¿Era tan fácil colarse ahí? ¿Por qué los dejan vivos? Preguntas que nos haremos todos y que inevitablemente ensombrecerán el conjunto.
Una vez aceptado esto, no obstante, seremos deleitados con una historia que guarda alguna que otra sorpresa en la que Pratt especialmente brilla con luz propia, sin que Millie Bobby Brown desmerezca en absoluto, ni Stanley Tucci, quien también tendrá una buena cantidad de minutos en pantalla.

El elenco de 'Estado eléctrico' no desmerece en absoluto
Su banda sonora es el broche
Mención aparte merece la selección de canciones (licenciadas) que los Russo han tenido a bien brindarnos, con temas como Breaking the Law de los Judas Priest, Don't Stop Believin' de Journey o Good Vibrations de Marky Mark and The Funky Bunch. Y la banda sonora original compuesta por Steve Jablonsky no se queda tampoco atrás, siendo de lo mejor de un film que tampoco suspende en ninguno de sus apartados.
Sí le pediremos mucho más de todo lo demás, y aunque su final redime en parte al resto de la cinta, nos quedaremos con la sensación de que podíamos haber estado ante algo mucho más grande. Sin embargo, sabed que Estado eléctrico es muy disfrutable de principio a fin, especialmente si sois fans de la ciencia ficción y la robótica.