El thriller sobrenatural con Kevin Bacon que eclipsó a muchos y sigue siendo perfecto para asustarte en casa
Han pasado 25 años desde su estreno, pero todavía hoy es un clásico

En 1999, mientras medio planeta seguía comentando el final de El sexto sentido y susurraban aquello de "en ocasiones veo muertos", Kevin Bacon sudaba miedo en su propia casa, dejando para la posteridad una de las películas que más se recuerdan de su carrera. La dirigía David Koepp, que venía de escribir Jurassic Park y Misión Imposible, y no necesitó efectos espectaculares para ponernos la piel de gallina, solo un Chicago obrero donde la tensión se va cocinando a fuego lento.
No es su película más prestigiosa (tenemos Mystic River, Apolo 13…), pero sí una de las más queridas por el público, y aunque las webs de reseñas no reflejan del todo lo mucho que ha calado entre fans del género, se conserva bien: en Rotten Tomatoes, por ejemplo, luce desde hace años un 70% de críticas positivas, casi la misma nota que mantiene en IMDb (6,9/10) o en FilmAffinity (6,3/10), donde además aparece en el ranking de mejores películas de terror sobrenatural. Hay anécdotas del rodaje que todavía se cuentan, como que la hipnosis se preparó con asesoramiento real para hacerla más convincente. Así que, puede que no fuera un bombazo en taquilla, pero es de esas cintas que cada cierto tiempo se te vienen a la cabeza y acabas recomendando a alguien. Como me está pasando a mí.
La tensión entre lo que ve y lo que no se puede explicar
Tom Witzky (Kevin Bacon) es un electricista que vive con su esposa Maggie (Kathryn Erbe) y su hijo pequeño Jake (Zachary David Cope) en un barrio obrero de Chicago. Una noche, durante una reunión familiar, acepta someterse a una sesión de hipnosis realizada por Lisa (Illeana Douglas), la hermana de su mujer. Ese experimento, que parecía un simple juego, despierta en su interior una sensibilidad desconocida: empieza a tener visiones y sensaciones inexplicables, sueños vívidos y percepciones que parecen provenir de un plano distinto al de la realidad cotidiana.
A medida que estas visiones se intensifican, Tom se siente intranquilo y no puede parar de pensar que hay algo oculto a su alrededor que no logra entender. Comienza a obsesionarse con pistas que solo él percibe, a relacionar señales y a indagar en la historia de su vecindario y de las personas que lo rodean, entre ellas Samantha (Jennifer Morrison), una joven del barrio. En definitiva, la película acompaña al protagonista en este descenso a lo desconocido, donde la línea entre percepción y realidad se vuelve cada vez más difusa y la tensión crece paso a paso.
Ver 'El último escalón' en Rakuten TV
'El último escalón' dura poco más de una hora y media, concretamente 99 minutos, pero se queda grabada para toda la vida. Por desgracia, ninguna plataforma de streaming en España la ofrece ahora mismo en su catálogo (yo siempre la tendré en DVD), pero puedes alquilarla por 3,99 euros en Rakuten TV. Si nunca la has visto, dale una oportunidad, porque es de esas películas que te sorprenden cuando menos lo esperas.