China tiene un nuevo misil hipersónico que puede destruir cualquier ciudad en solo treinta minutos

Los investigadores militares chinos han hecho público el desarrollo de algo que llevaba tiempo esperándose: vehículos de reentrada planeadores capaces de impactar cualquier objetivo del planeta en treinta minutos. Según un estudio publicado en la revista Acta Aeronautica et Astronautica Sinica, estos misiles hipersónicos operan a velocidades de Mach 15-20 (24.500 km/h) y cambian las reglas del juego en el panorama militar global. La diferencia respecto a lo que conocíamos hasta ahora es considerable.

El estudio, recogido por El Confidencial, describe las capacidades técnicas de estos HGV que pueden lanzarse desde satélites en órbita, plataformas terrestres o sistemas móviles. Esta flexibilidad reduce drásticamente el tiempo de respuesta del adversario, ya que utilizan trayectorias poco convencionales y pueden cambiar de rumbo durante el descenso, algo que los misiles balísticos tradicionales no pueden hacer.

Los HGV chinos: cuando la tecnología espacial se pone al servicio del combate

El concepto técnico detrás de estos misiles se remonta a los trabajos de Qian Xuesen, considerado el padre de la aeronáutica china, quien ya en los años 40 propuso vehículos que aprovecharan sustentación aerodinámica durante la reentrada atmosférica. El DF-17, que ya está operativo y alcanza Mach 7, puede modificar su trayectoria como un misil crucero, pero a velocidades hipersónicas. Esta capacidad de maniobra en vuelo es precisamente lo que complica tanto su interceptación.

China ha demostrado en los últimos años su capacidad para desarrollar armamento avanzado. Su cañón hipersónico magnético incorpora inteligencia artificial y ha conseguido 50 disparos consecutivos sin fallos, un proyecto que Estados Unidos abandonó por resultar demasiado costoso. Las armas cinéticas chinas también han llamado la atención: proyectiles de 20 kilogramos que generan 25 megajulios de energía, suficientes para neutralizar blindados estadounidenses.

La tecnología hipersónica se ha convertido en uno de los frentes más importantes de la competencia militar sino-estadounidense. Los escenarios del Mar de China Meridional y Taiwán son especialmente relevantes en este contexto. China ha desarrollado drones kamikaze con 200 kilómetros de alcance que superan en prestaciones al Switchblade estadounidense, lo que muestra una aproximación integral al dominio militar regional.

Estados Unidos ha respondido con un sistema de defensa multicapa que integra radares avanzados, satélites infrarrojos e interceptores como el THAAD-ER y el Standard Missile-6. Según los investigadores chinos, este escudo podría neutralizar los HGV durante las fases intermedia y final de su vuelo, cuando se encuentran entre 15 y 100 kilómetros de altitud. Estados Unidos trabaja en su propia estrategia para mantener su ventaja militar.

El estudio chino reconoce que los HGV son más vulnerables ahora que en 2021, cuando realizaron su primer lanzamiento orbital fraccional. Para superar las defensas enemigas, proponen usar inteligencia artificial con aprendizaje por refuerzo y modelos bayesianos para optimizar las trayectorias de vuelo, además de diseños que reduzcan las emisiones infrarrojas y de radar, y sistemas resistentes a la guerra electrónica y las armas láser.

El arsenal chino incluye otros desarrollos significativos: dos cazas de sexta generación desarrollados por AVIC Chengdu y Shenyang que realizaron sus primeros vuelos el 26 de diciembre de 2024, submarinos adaptados como portaaviones, y buques civiles que transportan drones de combate de forma encubierta. Entre sus desarrollos más llamativos se encuentran drones equipados con láser capaces de atravesar metal, y el desarrollo de portaaviones de grandes dimensiones pensados específicamente para competir con la flota estadounidense.

La capacidad de alcanzar objetivos en cualquier parte del mundo en cuestión de minutos modifica las reglas del equilibrio disuasorio. Aunque estos misiles pueden equiparse con cabezas nucleares, su precisión los convierte en armas letales incluso con cargas convencionales. Este desarrollo refuerza la posición china en el tablero geopolítico y presiona a Estados Unidos para acelerar sus propios proyectos hipersónicos, como el AGM-183A ARRW.