Google DeepMind abrirá un laboratorio "automatizado" en Londres para descubrir materiales que no existen
DeepMind abrirá en 2026 un centro en Londres donde la IA y los robots descubrirán nuevos materiales de forma autónoma, sin intervención humana
Google DeepMind va a construir en Londres un laboratorio donde robots e inteligencia artificial trabajarán solos para inventar nuevos materiales. El objetivo es acelerar el descubrimiento de materiales críticos que hoy no existen, desde baterías más eficientes hasta superconductores. La noticia, que nos llega desde el prestigioso Financial Times, confirma que las instalaciones abrirán en 2026 como parte de un acuerdo con el Gobierno británico.
No habrá batas blancas mezclando líquidos a mano. En este centro, modelos avanzados diseñarán los experimentos y sistemas robóticos autónomos se encargarán de sintetizar y probar los materiales. La idea es reducir los tiempos de investigación de años a meses, atacando problemas de infraestructura que frenan el avance en energía limpia y computación.
Robots cocinando recetas de la IA
El funcionamiento se basa en un bucle cerrado de aprendizaje. La IA propone una estructura química, los robots la fabrican y miden sus propiedades físicas, y esos datos reales alimentan al modelo para afinar el siguiente intento. DeepMind ya tiene experiencia teórica: su herramienta GNoME ha ayudado a crear más de 700 materiales nuevos sobre el papel, pero ahora buscan validar esas predicciones masivas en el mundo físico.
El punto de mira está puesto en ingredientes que hoy son prácticamente una quimera o muy caros de producir. Buscan semiconductores de nueva generación para chips, componentes para paneles solares más potentes o materiales capaces de soportar la fusión nuclear. Es la misma filosofía que aplicaron con esa IA que descubrirá los secretos de la biología, pero trasladada de las proteínas a la tabla periódica para solucionar problemas industriales.
La elección de Londres no es casual. Google queiere que el Reino Unido sea un hub global de inteligencia artificial frente a Estados Unidos y la Unión Europea. Google necesita demostrar que su tecnología sirve para algo más que chatear, ofreciendo acceso prioritario a sus modelos a la comunidad científica británica para no perder terreno frente a Microsoft.
Si el experimento funciona, puede que estemos ante otra forma de hacer ciencia. Pasaremos del ensayo y error humano a una fuerza bruta computacional capaz de probar cientos de combinaciones al día. La promesa es resolver crisis energéticas en tiempo récord, aunque dejar el diseño de materiales estratégicos en manos de una sola tecnológica plantea interrogantes serios sobre quién será el dueño de esos descubrimientos.