Jeff Bezos tiene un plan para conquistar el mundo de la IA: vuelve a ser CEO
Jeff Bezos asume el cargo de co-CEO en Project Prometheus, una empresa que busca aplicar la inteligencia artificial a la ingeniería y la fabricación industrial
Jeff Bezos se ha cansado de la jubilación. El fundador de Amazon ha decidido volver a la primera línea de fuego para dirigir Project Prometheus, una nueva compañía con un objetivo muy distinto al de vendernos cosas por internet. Su meta ahora es sacar la inteligencia artificial de las pantallas y llevarla al mundo real, enseñando a los algoritmos a entender cómo funcionan las fábricas, la ingeniería y la construcción de maquinaria pesada.
La noticia llega desde New Atlas y, por suerte, no se trata de otro modelo de lenguaje. Mientras todo Silicon Valley se pelea por ver quién tiene el chatbot que mejor escribe o genera vídeos, Bezos ha fichado a un físico, Vik Bajaj, para dirigir esta empresa con él. La idea no es crear otro ChatGPT, sino desarrollar el cerebro digital necesario para que las máquinas puedan manipular objetos físicos y resolver problemas de ingeniería complejos sin ayuda humana.
Del chat al soplete: la IA física
El gran reto que se plantea aquí es el de la "economía física". Hasta ahora, la IA ha sido muy buena procesando datos, pero pésima interactuando con el mundo tangible. Enseñar a un ordenador a escribir código es relativamente fácil; enseñarle a entender la gravedad, la fricción o la resistencia de materiales para montar un motor es una pesadilla técnica. Para solucionarlo, han contratado a ingenieros de la competencia, reorientando su talento desde el software puro hacia la robótica industrial.
Y todo esto sucede justo cuando la industria empieza a pedir a gritos cerebros para sus nuevos cuerpos metálicos. Ya estamos viendo cómo empresas como Figure despliegan el robot que trabajará en las fábricas de BMW, intentando demostrar que la mano de obra humanoide es viable si el software acompaña. Bezos no quiere fabricar el robot en sí, quiere ser quien le diga cómo apretar el tornillo o soldar el panel de un avión con precisión milimétrica.
La urgencia es real porque la competencia global no espera. Países como China aceleran la producción masiva de robots humanoides para mantener su estatus industrial, y la respuesta de Bezos pasa por la superioridad del software. Si logran que una IA "entienda" cómo se fabrican las cosas, podrían optimizar procesos que hoy dependen de la destreza manual humana o de una programación robótica demasiado rígida.
Aunque la empresa mantiene el secretismo sobre sus primeros productos, es imposible no ver la conexión con la otra gran pasión de Bezos: el espacio. Si quieres colonizar la Luna, no puedes mandar a miles de obreros; necesitas sistemas de fabricación autónoma que sepan construir hábitats y reparar naves por sí mismos. Bezos ha vuelto al despacho, pero esta vez no es para gestionar almacenes, sino para asegurarse de que las máquinas aprendan a construir el futuro físico que él tiene en la cabeza.
La combinación de máquinas inteligentes y ambición desmedida dibuja un escenario que recuerda inevitablemente a las distopías de la ciencia ficción. Mientras la tecnología avanza mucho más rápido que las leyes, surge la duda razonable de si los grandes magnates no están hipotecando el futuro colectivo a cambio de sumar unos cuantos millones más a sus cuentas bancarias.