"Me escondo en el baño": Sam Altman, CEO de OpenAI, admite que depende totalmente de la IA para saber si su hijo es normal
El CEO y co-fundador de OpenAI participó en una entrevista en el programa presentado por Jimmy Fallon
La humanidad lleva unos 300.000 años criando hijos. Lo hemos hecho en cuevas, en chozas, en castillos y en apartamentos de 30 metros cuadrados. Hemos sobrevivido a guerras, plagas y hambrunas sin necesidad de un LLM que nos diga cómo cambiar un pañal. Pero si escuchas a Sam Altman, el rostro más visible de la revolución de la inteligencia artificial, parecería que hasta ahora hemos estado caminando a ciegas. El CEO de OpenAI acaba de soltar una de esas declaraciones que te hacen arquear una ceja y preguntarte si vivimos en la misma realidad: criar a un hijo hoy en día es "imposible" sin ChatGPT.
La confesión llegó anoche, bajo los focos del The Tonight Show de Jimmy Fallon. Altman, en un intento de humanizar la tecnología que él mismo nos vende (o quizás de humanizarse a sí mismo), admitió que depende de forma casi obsesiva de su propio chatbot para sobrevivir a la paternidad.
"No puedo imaginar haber pasado por esto, averiguar cómo criar a un recién nacido, sin ChatGPT", le dijo a Fallon. "Claramente, la gente lo hizo durante mucho tiempo, sin problema. Pero yo he dependido mucho de ello".
Pizza en el suelo y pánico en el baño
Las anécdotas que compartió para ilustrar esta dependencia oscilan entre lo cómico y lo preocupante. Altman contó que le preguntó a ChatGPT por qué su hijo recién nacido no paraba de "tirar pizza al suelo y reírse". Pero el momento cumbre fue su confesión de que se escondió en un baño durante una reunión con amigos para preguntarle a la IA si era normal que su hijo de seis meses todavía no caminara.
A primera vista, puede parecer una historia entrañable de un padre primerizo nervioso. Todos hemos buscado síntomas en Google a las 3 de la mañana. Pero que el CEO de la empresa que lidera la IA mundial admita que delega el juicio sobre el desarrollo de su hijo a un algoritmo conocido por sus "alucinaciones" es, como mínimo, alarmante.
El peligro de la "crianza algorítmica"
Lo que Altman presenta como una herramienta indispensable, los expertos lo ven como un campo de minas. No es ningún secreto que los chatbots, incluido ChatGPT, tienen un historial documentado de inventar datos, distorsionar la verdad y dar consejos médicos cuestionables.
Diferentes estudios ya han advertido sobre la necesidad de supervisión experta cuando se trata de información sanitaria infantil. Los expertos ya han dado la voz de alarma sobre los peligros que tiene dejar en manos de una IA la salud de los más pequeños.
Y aquí radica el peligro de las palabras de Altman. Al normalizar el uso de ChatGPT como un oráculo de crianza en un programa de máxima audiencia, está enviando un mensaje peligroso a millones de padres: "confiad en la máquina". Pero la máquina no conoce a tu hijo. No tiene intuición, no tiene contexto clínico y, sobre todo, no tiene responsabilidad si se equivoca.
¿Humanidad o estrategia de marketing?
Hay otra lectura de esta entrevista, una más cínica pero quizás más realista. Las redes sociales no han tardado en reaccionar con escepticismo. "Sam Altman casi con toda seguridad tiene una niñera a tiempo completo que no consulta a ChatGPT", señalaba un usuario de la red social Bluesky.
Es difícil no ver en estas declaraciones un intento de distracción. OpenAI se enfrenta a una competencia feroz por parte de Google, a inversores nerviosos por la quema de miles de millones de dólares y a un escrutinio regulatorio creciente. Mostrar al CEO como un padre vulnerable que necesita su propia tecnología para lo más básico es una narrativa perfecta para suavizar la imagen de la compañía.
Pero más allá del marketing, la realidad es que delegar la crianza a un chatbot, no es un avance. Es una renuncia. Si el creador de la IA no puede confiar en su propio instinto o en el consejo de un pediatra humano para saber si su hijo está bien, quizás el problema no sea la dificultad de criar a un niño, sino la burbuja tecnológica en la que algunos han decidido vivir.