Sam Altman lo tiene clarísimo: "EE. UU. necesita apostar por la IA para dominar el planeta"

El CEO de OpenAI defiende que Washington debe liderar una coalición global para evitar que la tecnología caiga bajo control de regímenes autoritarios

Sam Altman lo tiene clarísimo: "EE. UU. necesita apostar por la IA para dominar el planeta"
Altman impulsa el proyecto Stargate, con una inversión de 500.000 millones de dólares para mantener la supremacía estadounidense en inteligencia artificial
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo

La pugna entre las grandes potencias por controlar la inteligencia artificial pasa ya de lo técnico a lo político. Sam Altman, el jefe de OpenAI, no se ha mordido la lengua en los últimos meses y defiende a capa y espada que Estados Unidos tome la delantera en este terreno. No habla solo de quién crea mejor tecnología, sino de quién dictará las reglas del juego mundial y si prevalecerán valores democráticos o autoritarios en el desarrollo tecnológico del futuro.

Según podemos ver en este clip de Instagram, lo que está en juego con la IA va mucho más allá de quién vende más productos o servicios, se trata de quién tendrá la sartén por el mango en el tablero mundial. Altman no se anda con rodeos: si China adelanta a EE. UU. en esta carrera, Washington podría ver comprometida su hegemonía y el desarrollo tecnológico podría caer bajo la influencia de valores muy distintos a los occidentales.

Altman dibuja su hoja de ruta para mantener la supremacía estadounidense

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El plan de Altman para mantener a EE. UU. a la cabeza tiene cuatro patas: blindar los sistemas digitales del país contra ataques, levantar centros de datos y plantas energéticas a mansalva, poner puertas al campo de la tecnología con controles a la exportación, y montar un "guardián global" que vigile cómo se desarrolla la IA en todo el mundo. Con estas ideas, Altman deja claro que ve la IA como un tesoro nacional tan valioso como el petróleo o las bases militares que definieron el poder en el siglo XX.

Sus palabras no son simple retórica. OpenAI ya ha roto su exclusividad con Microsoft para poder jugar con más fichas en el tablero, aunque mantendrá a los de Redmond como socio principal hasta 2030. El movimiento forma parte de Stargate, un proyecto titánico al que Estados Unidos destinará 500.000 millones de dólares para liderar la IA y plantar cara a China con nueva infraestructura tecnológica.

Y no es que Altman esté viendo fantasmas. El último informe de Stanford sobre IA muestra que los chinos pisan los talones a los estadounidenses: sus modelos de IA casi igualan a los americanos en pruebas técnicas, mientras que en publicaciones científicas y patentes ya les han tomado la delantera. OpenAI ha respondido poniendo en marcha ChatGPT Gov, una versión blindada para las agencias del gobierno, dejando claro que quieren convertirse en el brazo tecnológico de Washington.

El jefe de OpenAI se ha pasado de frenada más de una vez con sus declaraciones, especialmente cuando ha menospreciado a competidores de otros países. La más sonada fue cuando una empresa china, DeepSeek, le dio un bofetón de realidad tras sus comentarios despectivos, demostrando que podían crear un modelo similar a ChatGPT gastando mucho menos dinero y tirando por tierra su teoría de la "ventaja inalcanzable" estadounidense.

No todo el mundo le compra el discurso a Altman. Hay quien ve en sus propuestas un camino hacia un puñado de gigantes tecnológicos acaparando todo el pastel, en lugar de una colaboración más abierta entre países. También hay dudas sobre si las restricciones a la venta de chips a China servirán realmente de algo o solo conseguirán frenar un poco al dragón asiático, que acabará encontrando su propio camino.

Mientras tanto, en el Capitolio parece haber consenso: tanto republicanos como demócratas ven en la IA una prioridad nacional que trasciende la pelea política. Las grandes tecnológicas tampoco se quedan de brazos cruzados y abren la cartera: Microsoft ha anunciado que en 2025 invertirá la friolera de 80.000 millones de dólares en centros de datos, la mayoría en suelo estadounidense.

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