Todo el mundo que utilice un ordenador está condenado a acabar en paro, o eso piensa un ingeniero por culpa e la IA

Un ingeniero con 21 años de experiencia fue despedido tras implementar IA en su empresa. Ahora cree que todos los trabajadores de oficina están condenados

Todo el mundo que utilice un ordenador está condenado a acabar en paro, o eso piensa un ingeniero por culpa e la IA
Shawn K envió más de 800 solicitudes de empleo y acabó viviendo en una caravana tras ser despedido por culpa de la IA que él mismo ayudó a implementar
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo

Shawn K llevaba 21 años trabajando como ingeniero de software cuando su propia empresa lo despidió después de reestructurarse hacia la IA. Lo curioso del caso es que él mismo había ayudado a implementar esas funciones de inteligencia artificial que acabaron costándole el puesto. Su historia pone sobre la mesa algo incómodo: muchas veces la IA no sustituye por ser mejor, sino por ser más barata.

Después del despido en abril del año pasado, tuvo que enviar más de 800 solicitudes de empleo antes de conseguir algo temporal. Según se recoge en Futurism, acabó viviendo en una caravana y haciendo trabajos para aplicaciones de reparto mientras buscaba empleo. Su experiencia demuestra que las empresas están implementando sistemas de IA llenos de fallos para justificar despidos y ahorrar en nóminas.

La IA no funciona, pero los despidos sí

"Estoy convencido de que cualquier persona cuyo trabajo se realice todo el día frente a un ordenador está acabada", declaró Shawn K tras su experiencia. Y es que su salario superaba los 150.000 dólares anuales, una cantidad que su empresa prefirió ahorrarse independientemente de si la IA podía hacer realmente su trabajo. Spoiler: no podía.

Ed Zitron, crítico tecnológico, va al grano con este tema. Las empresas no despiden porque los modelos de lenguaje sean mejores que los humanos, sino para recortar costes después de haber invertido mucho dinero en IA que no funciona como esperaban. Los sistemas automatizados a menudo fallan en las tareas más básicas, pero eso no importa si el objetivo real es reducir gastos.

La solución que han encontrado muchas compañías es contratar "calificadores de IA" para arreglar los errores que cometen estos sistemas. Básicamente, trabajadores externos que cobran mucho menos que un ingeniero con experiencia y que se dedican a limpiar el desastre. Un estudio del Gobierno británico ya identificó qué profesiones corren más peligro con estos cambios.

Zitron advierte de que viene una "crisis de IA subprime" donde los trabajadores van a pagar los platos rotos de las malas inversiones tecnológicas. "Temo que decenas de miles de personas perderán sus empleos, y gran parte de la industria tecnológica sufrirá al darse cuenta de que lo único que puede crecer para siempre es el cáncer", explica sobre un modelo económico que prioriza el crecimiento a cualquier precio.

Los ingenieros de Anthropic han predicho que la IA eliminará más de la mitad de empleos de oficina en los próximos años. Esta automatización masiva del trabajo administrativo amenaza especialmente a los trabajadores de cuello blanco. Empresas como NIO, la "Tesla china", ya planean sustituir hasta un 30% de su plantilla por IA y robots.

Lo que pasó con Shawn K enseña algo importante: toda esta historia de la automatización inteligente muchas veces esconde decisiones puramente económicas que no tienen nada que ver con si la tecnología funciona o no. Mientras los ejecutivos buscan beneficios rápidos implementando sistemas que dan fallos constantemente, trabajadores cualificados se quedan sin futuro en un mercado que prefiere vender humo antes que reconocer el valor real del trabajo humano.

Google ya avisó de que la IA podría ser más peligrosa que el cambio climático, y el impacto en el empleo es una de las principales preocupaciones. El problema es que esta transformación no viene de que la tecnología sea superior, sino de una lógica de negocio que sacrifica empleos para que la IA parezca exitosa en los balances, creando una burbuja que algún día explotará.

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