Mi top 5 de terminales HTC, y una historia de amor y tragedia
HTC ha sido mi firma favorita en el mundo de la telefonía móvil, y a pesar de la situación actual, creo que lo sigue siendo. Evidentemente, no es por lo tiene para ofrecerme hoy en día, sino por todo lo que me ha ofrecido en el pasado. Todavía recuerdo la esencia de HTC, esos terminales con personalidad propia, capaces de dejar en segundo plano las bondades de cualquier otro que osara compararse.
También me acuerdo, aunque a duras penas, de esas ganas y esos nervios por ver lo nuevo que la compañía tenía en el horno, simplemente porque sabía que iba a ser espectacular. A día de hoy, esto no me ocurre con ninguna marca, y de hecho, nunca me ha ocurrido con ninguna otra que no fuera HTC, lo cual para mí tiene un gran significado. Por este motivo hoy quiero recordar mi historia de amor con HTC, o al menos, recordar tiempos mejores de la compañía.
Mis comienzos con HTC
1. HTC Touch Pro
Con la HTC Touch Pro descubrí el mundo PDA y también a la firma taiwanesa. Cuando la vi, no dudé ni un segundo en tirar por la ventana mi Nokia 5800. Windows Mobile 6.1, chip mononúcleo a 528 MHz, RAM de 288 MB...En fin, 18 milímetros de grosor que eran puro amor.
2. HTC Touch Pro 2
Pocos meses después empecé a interesarme por su sucesora, y aunque no le guardo tanto cariño, las mejoras eran considerables, empezando por una pantalla más amplia y con mejor resolución que además se podía inclinar a diferentes grados, un teclado mucho más cómodo, una estética más moderna, un cuerpo más estilizado, y Windows Mobile 6.5.
Mi primer Android
3. HTC Desire Z
Después de abandonar Windows Mobile y tras un tiempo de idas y venidas con BlackBerry, decidí que era el momento de dar el salto a Android, que por aquel entonces maduraba a buen ritmo con 2.2 Froyo, y a punto de llegar 2.3 Gingerbread. Mi pasión por los teléfonos con teclado no se había perdido por el camino, así que, al menos en España, solo tenía una opción decente: HTC Desire Z.
Un gran terminal que me ofreció una experiencia que superó mis expectativas, y que al mismo tiempo me dejó claro que Android había llegado para quedarse mucho tiempo.
4. HTC One S
Ante las carencias en cuanto a rendimiento que empezaba a notar en mi querida HTC Desire Z, no tuve más remedio que buscar algo más potente y actualizado, y como las opciones con teclado eran prácticamente inexistentes, tuve que pasar a un smartphone totalmente táctil, algo que no probaba desde el citado Nokia 5800.
Aunque al principio no me sentía cómodo, poco a poco el HTC One S me fue encandilando, y comencé a encontrar muchas ventajas que no conocía hasta ese momento. Sobre todo, un diseño sublime y una ligereza que para mí era totalmente novedosa, además de un rendimiento bestial, con una fluidez increíble que aún a día de hoy me cuesta encontrar en muchos terminales.
El último gran HTC
5. HTC One M7
Aunque estaba encantado con mi HTC One S, la presentación del HTC One M7 y su posterior análisis me dejaron claro que era el momento de jubilarlo. Ya hacía un tiempo que echaba en falta una pantalla un poco más grande y con mayor resolución, por lo que ese fue uno de los principales motivos del cambio.
Otras bondades como la potencia, el nuevo HTC Sense, los dos altavoces frontales o el diseño, apartado en el que una vez más HTC se superaba, no hicieron más que facilitarme la decisión.
Para mí, y supongo que para muchos otros, el HTC One M7 es la última obra maestra de HTC, y por desgracia, ya han pasado más de dos años de ello. Lo cierto es que es una pena ver cómo una compañía que una vez estuvo en lo más alto, ha perdido totalmente el rumbo y parece no tener buenas ideas que le hagan resurgir.
A veces, para seguir mejorando, es bueno echar la vista atrás y ver lo que te ha funcionado en el pasado. Quizás, y solo quizás, haciendo una retrospectiva como la que hemos hecho aquí, puedan retomar su camino y crear un smartphone que vuelva a tener esa esencia que hacía a HTC única, y que fue la base de su éxito.
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