La Unión Europea se pone firme y busca atajar la obsolescencia programada

La Unión Europea se pone firme y busca atajar la obsolescencia programada

Año 1879, a bombilla, patentada por Thomas Alva Edison e inventada por Sir Joseph Wilson, empieza su camino en el mundo aportando un grano de arena que aún arrastramos, la obsolescencia programada. A día de hoy, casi todo producto tiene una vida útil, aunque el debate viene al no deberse esta al desgaste de los componentes, sino a una programación por parte de los fabricantes en vistas a que siempre se compren más y más productos nuevos.

En los productos tecnológicos esto parece agravarse más aún, y es que nuestros teléfonos tienen una vida media útil de 20,5 meses, según Kantar. La Unión Europea pretende poner por fin freno a esto, haciendo seguimientos más exhaustivos de los productos, y poniendo alguna que otra medida que endurezca la falta de condiciones actuales.

El plan de la UE para con la obsolescencia programada

Al parecer el Parlamento Europeo está dispuesto a trabajar en contra de la obsolescencia programada. Se ha aprobado una resolución para prolongar la longevidad de los bienes de consumo y software, algo que beneficiará a los millones de usuarios de este tipo de productos a lo largo del mundo. Para ello, la resolución del Parlamento Europeo -la cual debe ser aprobada aún-, busca establecer una definición del concepto de obsolescencia programada, para así poder medirlo de forma objetiva y actuar en consecuencia. Uno de los planes es el seguimiento a los productos de las compañías para comprobar su envejecimiento, así como aumentos en los periodos de garantía que, por desgracia, son bastante cortos en el caso de la telefonía móvil y el software.

Por otro lado, se busca fomentar la facilidad de los fabricantes a la hora de reparar batería y componentes, un tema complicado teniendo en cuenta la batalla que hay por el diseño actualmente en nuestro campo, que obliga a complejos diseños unibody que suelen impedir el fácil acceso a ciertas partes de los terminales en algunos casos.

Buenas ideas puestas sobre la mesa, de las cuales no sabemos las que acabarán llegando. Lo que queda claro es que los productos tecnológicos están bajo la mira de la UE, en busca de la prolongación de su vida útil para beneficio y disfrute de los consumidores.

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