Están construyendo una antena gigantesca para escuchar algo que nunca habíamos oído: el universo oscuro
La ESA construye LISA, tres satélites que detectarán ondas gravitacionales para estudiar agujeros negros supermasivos y los misterios del universo oscuro

La Agencia Espacial Europea acaba de poner en marcha uno de los proyectos más ambiciosos de la historia: LISA (Laser Interferometer Space Antenna), una antena espacial del tamaño de millones de kilómetros diseñada para escuchar las ondas gravitacionales del universo. Hablamos de tres satélites trabajando en formación para detectar las vibraciones más sutiles del espacio-tiempo. (60 palabras)
Tal y como ha dado a conocer SciTechDaily, LISA promete cambiar completamente la astronomía. El concepto es relativamente sencillo de explicar pero brutalmente complejo de ejecutar: tres naves espaciales separadas por 2,5 millones de kilómetros intercambiando láseres para detectar ondas gravitacionales. (50 palabras)
Una red espacial de precisión extrema
LISA no es un telescopio al uso, sino algo mucho más complejo. Cada satélite lleva dos cubos de oro-platino del tamaño de un cubo de Rubik que flotan completamente libres en cámaras de vacío. Cuando una onda gravitacional pasa por ahí, estos cubos se mueven una cantidad microscópica que los láseres pueden detectar con una precisión que roza lo imposible.
Estamos hablando de detectar cambios del tamaño de un átomo de helio en distancias de millones de kilómetros. Es exactamente lo que necesita LISA para captar ondas gravitacionales que los detectores terrestres no pueden ni soñar con detectar. Los avances en materiales como el grafeno están mejorando nuestra capacidad para construir sensores de precisión extrema.
Las ondas que buscará LISA vienen de eventos que suenan a ciencia ficción: agujeros negros supermasivos chocando entre sí, las primeras galaxias formándose en el universo primitivo, e incluso posibles ecos del mismísimo Big Bang. Estos fenómenos han estado ahí todo el tiempo, pero éramos completamente ciegos a ellos hasta ahora.
La misión analizará decenas de miles de sistemas binarios en nuestra galaxia, básicamente haciendo un mapa gravitacional de la Vía Láctea. También estudiará agujeros negros de millones de masas solares, objetos tan extremos que sólo las ondas gravitacionales pueden contarnos qué pasa cuando colisionan. LISA va a poner a prueba a Einstein de manera directa, verificando si la relatividad general sigue funcionando en las condiciones extremas del universo primitivo.
El proyecto es una colaboración internacional masiva liderada por OHB System AG desde Alemania, pero prácticamente media Europa está metida: Italia hace las masas de prueba, Alemania y Reino Unido los láseres, España los sistemas de detección. Los retos técnicos son brutales, empezando por mantener tres naves alineadas con precisión láser cuando están separadas por distancias mayores que las de la Tierra a la Luna.
Todo esto se conecta con otros misterios del universo. Esas ráfagas de radio del espacio podrían venir de los mismos eventos extremos que LISA detectará. También ha habido observaciones recientes de agujeros negros expulsando objetos misteriosos, eventos que LISA podría detectar mediante ondas gravitacionales.
El lanzamiento está previsto para 2035 con un Ariane 6. Una vez en órbita, LISA funcionará al menos cuatro años, y los primeros resultados llegarán sobre un año después del lanzamiento. El universo oscuro ocupa el 95% de todo lo que existe, pero seguimos sin tener ni idea de qué es realmente. LISA podría darnos las primeras pistas directas sobre la materia y energía oscuras.
Incluso hay quien especula que civilizaciones extraterrestres avanzadas podrían usar ondas gravitacionales para comunicarse, y LISA podría toparse accidentalmente con señales artificiales mezcladas entre el ruido cósmico. La astronomía gravitacional está a punto de despegar en serio.