Este precioso animal tiene la clave para que los humanos recuperen sus miembros perdidos
Un estudio identifica el ácido retinoico como la clave molecular que permite a estos anfibios regenerar extremidades completas, abriendo nuevas vías para la medicina humana

Los ajolotes mexicanos han desvelado su secreto mejor guardado: el mecanismo molecular que les permite regenerar extremidades completas. Un estudio reciente ha identificado cómo el ácido retinoico, derivado de la vitamina A, dirige este proceso de regeneración, abriendo una vía prometedora hacia la regeneración de miembros humanos perdidos.
La investigación, que recoge Nature Communications, demuestra que estos anfibios utilizan gradientes precisos de ácido retinoico como sistema de coordenadas molecular. Cuando pierden una extremidad, las células saben exactamente qué reconstruir basándose en la concentración de esta molécula en cada punto del cuerpo.
El mecanismo tras décadas de misterio
Los científicos de la Universidad Northeastern y Kentucky descubrieron que el ácido retinoico se distribuye siguiendo un patrón específico: concentraciones altas cerca del torso que disminuyen gradualmente hacia las extremidades. Esta señal química funciona como un mapa que indica a las células regenerativas qué estructura deben formar después de una amputación.
El experimento más revelador consistió en alterar estos niveles químicos. Al añadir ácido retinoico extra a una mano en regeneración, los investigadores observaron algo sorprendente: el ajolote desarrolló un brazo completo en lugar de solo una mano. Esta "sobrerregeneración" confirmó que la molécula determina la arquitectura exacta del nuevo tejido.
James Monaghan, biólogo líder del estudio, explica que el equilibrio entre el ácido retinoico y la enzima que lo degrada es crítico: cualquier alteración cambia completamente el resultado. Las células regenerativas leen estas señales químicas como instrucciones de construcción específicas, formando huesos, músculos y nervios en las posiciones correctas.
La diferencia con los humanos radica en nuestra respuesta celular. Mientras que los ajolotes interpretan estas señales como órdenes de regeneración, nuestras células responden produciendo tejido cicatricial de colágeno. Sin embargo, conservamos las mismas moléculas señalizadoras, lo que abre la puerta a futuras terapias que reprogramen nuestra respuesta natural.
Los científicos buscan comprender ahora cómo las células de ajolote traducen las señales del ácido retinoico en acciones concretas de regeneración. El objetivo es descifrar por qué las células humanas ignoran estas instrucciones que siguieron durante nuestro desarrollo embrionario, cuando formamos extremidades por primera vez.
Las aplicaciones médicas potenciales son amplias. Monaghan considera que la regeneración de dedos o manos está "dentro del ámbito de lo posible", mientras que la curación sin cicatrices podría transformar el tratamiento de heridas graves y quemaduras. Esta investigación conecta con otros avances en regeneración, como el descubrimiento de que el corazón humano puede autorepararse renovando hasta un 3,1% de sus células anualmente.
Mientras el ajolote lucha contra la extinción en los canales de Xochimilco en Ciudad de México, su legado biológico emerge como esperanza para la medicina del siglo XXI. La investigación transforma décadas de curiosidad científica en una posibilidad concreta: que la pérdida de un miembro no sea irreversible, sino un problema con solución biológica.