Hace nueve meses, mandamos a un robot a una de las pocas partes de la Tierra que nunca habíamos visitado, contra todo pronostico, ha sobrevivido al viaje
Un submarino científico, dado por perdido, emergió tras una odisea de nueve meses bajo las plataformas de hielo Denman y Shackleton en la Antártida Oriental, enviando mediciones inéditas desde un mundo oculto.
En una hazaña sin precedentes, un robot oceanográfico ha regresado de donde ningún instrumento (o persona) había llegado antes: las oscuras cavidades oceánicas bajo las masivas plataformas de hielo de la Antártida Oriental. El flotador Argo, que partió con una misión y acabó desempeñando otra muy distinta, pasó aproximadamente nueve meses a la deriva bajo el hielo, recolectando los primeros datos directos de estas regiones inaccesibles, cruciales para entender muchas cosas, entre ellas, el futuro aumento del nivel del mar.
Una misión equivocada
La historia de este descubrimiento comenzó con una equivocación, los científicos del CSIRO (Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation) de Australia desplegaron el flotador autónomo cerca del glaciar Totten para medir el calor oceánico.
Sin embargo, las corrientes lo arrastraron lejos de su objetivo inicial, cuando los investigadores lo dieron prácticamente por perdido, el robot reapareció milagrosamente transmitiendo datos desde una ubicación completamente nueva: la zona del glaciar Denman.
Fue entonces cuando emprendió su odisea; el flotador desapareció bajo el hielo, y durante los siguientes nueve meses los científicos no supieron nada de él, atrapado bajo las plataformas de hielo Denman y Shackleton, sin poder salir a la superficie para comunicarse por GPS, su destino era una incógnita.
Contra todo pronóstico, el robot sobrevivió a las condiciones extremas y finalmente emergió, enviando un tesoro de más de 200 perfiles de temperatura y salinidad tomados desde el lecho marino hasta la misma base del hielo.
Los datos transmitidos por el valiente robot pintan un relato detallado y preocupante de lo que ocurre bajo el hielo, revelan un paisaje de contrastes, por un lado, la plataforma de hielo Shackleton, la más al norte de la Antártida Oriental, parece por ahora estar a salvo, ya que no se detectó agua cálida bajo ella que pueda derretirla desde su base.
La situación del glaciar Denman es radicalmente diferente y mucho más precaria, el flotador confirmó que aguas relativamente más cálidas ya están llegando a la cavidad bajo su plataforma de hielo, causando su fusión.
Un pequeño aumento en el grosor de esa capa de agua cálida podría acelerar dramáticamente el deshielo, esta vulnerabilidad se ve agravada por la geología única del lecho marino bajo el Denman, que presenta un profundo cañón terrestre que inclina suavemente hacia el interior del continente, un canal perfecto para que el agua oceánica caliente penetre kilómetros tierra adentro si el glaciar retrocede.

El glaciar Denman
La misión se completó gracias a una ingeniosa adaptación de la tecnología, al no poder usar GPS bajo el hielo, los científicos detectaron que, cada vez que el flotador "golpeaba su cabeza" contra la base de la plataforma de hielo, registraba su profundidad, cruzando estos datos con mediciones por satélite, el equipo pudo reconstruir la ruta probable del robot, yo solo digo que, si los científicos pudieron recuperar este aparato, tú no deberías perder la esperanza de encontrar esos auriculares que hace dos años que no ves.