La Voyager 1 roza una frontera aterradora: pronto se convertirá en el primer objeto humano a un 'día luz' de casa
En noviembre de 2026, la sonda alcanzará los 25.900 millones de kilómetros. Las señales de radio tardarán 24 horas en llegar, complicando al extremo su control desde la Tierra
La exploración espacial está llena de récords, pero el que se avecina es especialmente importante por lo que implica en términos de soledad cósmica. La Voyager 1, esa nave infatigable lanzada en 1977, está a punto de cruzar una línea invisible pero monumental: se convertirá en el primer objeto fabricado por la humanidad en situarse a un día luz de distancia de nuestro planeta, un hito que pone a prueba las leyes de la física y la paciencia de los ingenieros.
La información proviene de New Atlas, donde calculan que este momento histórico llegará alrededor del 15 de noviembre de 2026. Para esa fecha, la sonda estará a unos 25.900 millones de kilómetros de la Tierra. Para que nos hagamos una idea de la escala: cualquier señal de radio que enviemos tardará 24 horas completas en llegar hasta ella, y su respuesta necesitará otro día entero para volver a confirmarnos la recepción.
Gestionar una nave con 48 horas de retraso
Operar con este retraso extremo es una pesadilla logística. Actualmente, la demora ya roza el día completo, pero cruzar esa barrera añade una capa de complejidad técnica brutal. Cualquier comando para corregir un fallo requiere dos días de espera agónica para saber si ha funcionado. Es una autonomía robótica forzosa que ningún satélite ha tenido que afrontar hasta ahora. Lo más preocupante fue uno soviético que perdió el control y que se estrelló contra la Tierra.
La Voyager 1 juega en otra liga comparada con el resto de misiones. La Luna está a un segundo luz y Marte a unos minutos; incluso Plutón se queda relativamente cerca. La sonda se adentra en el medio interestelar profundo, lejos de la influencia del Sol. Mientras otras naves como la Solar Orbiter nos permiten ver las fotos más increíbles de nuestra estrella desde una proximidad controlada, este vehículo es nuestro único ojo abierto en la oscuridad absoluta del vacío exterior.
A pesar de que su pila nuclear se agota, la nave sigue operativa contra todo pronóstico. Es un testimonio de la ingeniería de los años 70 que supera las expectativas más optimistas. Sobrevivir casi medio siglo en el vacío es un hito técnico sin precedentes; la Voyager es una cápsula del tiempo activa que sigue funcionando en condiciones donde el frío absoluto congela hasta los circuitos más resistentes.
Este hito de 2026 será probablemente uno de los últimos grandes titulares que nos dé la Voyager 1 antes de que sus instrumentos se apaguen para siempre. Sin embargo, aunque deje de transmitir, la nave seguirá su viaje inerte, alejándose eternamente como el objeto humano más remoto del universo, llevando nuestro rastro mucho más allá de donde nuestras señales pueden alcanzar.