Los animales tienen un sexto sentido mucho más común de lo que pensábamos: son capaces de detectar campos magnéticos

La proteína CRIPTOCROMO, presente en muchas especies, permite detectar campos magnéticos sin necesidad de órganos especializados

Los animales tienen un sexto sentido mucho más común de lo que pensábamos: son capaces de detectar campos magnéticos
Los animales tienen "sensores" que les permiten detectar estos campos energéticos
Publicado en Ciencia
Por por Sergio Agudo

Los campos magnéticos de la Tierra han intrigado durante años a la comunidad científica por su influencia en la navegación animal. Un descubrimiento revolucionario demuestra que solo se necesitan 52 aminoácidos de una proteína común para detectar campos magnéticos, lo que sugiere que esta capacidad es mucho más universal de lo pensado.

Un estudio publicado en Nature ha revelado que la proteína CRIPTOCROMO (CRY), presente en organismos tan simples como las moscas, puede detectar campos magnéticos sin necesidad de toda su estructura molecular, desafiando las teorías previas sobre magnetorrecepción.

Un mecanismo sorprendentemente simple y universal

Este hallazgo revoluciona nuestra comprensión de cómo los animales perciben los campos magnéticos. Los investigadores demostraron que no solo las especies migratorias poseen esta capacidad: la molécula FAD (flavina adenina dinucleótido) junto con solo una pequeña parte del CRIPTOCROMO es suficiente para generar sensibilidad magnética.

La investigación reveló que el proceso requiere luz azul para activar una reacción de transferencia de electrones entre la FAD y la proteína. Este mecanismo es tan básico que podría estar presente en numerosas especies, incluso aquellas que muestran comportamientos aparentemente más simples.

Los experimentos realizados en moscas Drosophila melanogaster demostraron que incluso una versión truncada de la proteína CRY mantiene la capacidad de detectar campos magnéticos. Este descubrimiento es especialmente relevante porque las moscas, al igual que muchos otros animales, no realizan grandes migraciones pero aún así utilizan esta capacidad.

La investigación también reveló que la proteína CRY4 del petirrojo europeo, un ave migratoria, funciona perfectamente en moscas, sugiriendo un mecanismo evolutivo ancestral conservado. Los científicos demostraron que esta sensibilidad magnética funciona tanto con campos magnéticos fuertes (100 mT) como con campos más débiles similares al terrestre (50 μT).

El equipo descubrió que las neuronas equipadas con estos componentes moleculares aumentan su actividad eléctrica en presencia de campos magnéticos, proporcionando una base neurológica para esta capacidad sensorial. Este hallazgo explica cómo los animales pueden procesar la información magnética a nivel cerebral.

Las implicaciones de este descubrimiento son profundas: sugiere que la magnetorrecepción evolucionó como una propiedad fundamental de la vida, aprovechando moléculas comunes como la FAD. Los investigadores proponen que esta capacidad podría tener importantes funciones en la orientación local y la navegación de corta distancia en muchas especies.

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