Según un estudio, una amenaza muy seria acecha en la órbita de Venus
Científicos alertan de miles de asteroides invisibles cerca de Venus que podrían representar una amenaza real para nuestro planeta

No es que Venus sea precisamente un lugar acogedor, pero ahora resulta que su órbita podría estar repleta de asteroides que nadie ve venir. Miles de rocas espaciales invisibles rondan por ahí, y algunas podrían tener una cita no muy agradable con la Tierra. El problema es que detectar estos objetos desde aquí es complicadísimo, y eso no es precisamente tranquilizador.
Un equipo de la Universidad de São Paulo liderado por Valerio Carruba acaba de publicar para su revisión en arXiv los resultados de su investigación, y la conclusión no es muy alentadora. Estos asteroides comparten órbita con Venus, pero sus trayectorias se vuelven completamente impredecibles cada 150 años. La dificultad principal es que el Sol los deslumbra tanto desde nuestra perspectiva que es como buscar una aguja en un pajar con gafas de sol.
La amenaza oculta que acecha desde Venus
Por ahora han conseguido identificar 20 asteroides co-orbitales de Venus, pero las simulaciones del estudio apuntan a que podrían existir miles más sin detectar. Solo podemos verlos en momentos muy concretos, cuando están más cerca y el Sol no los tiene completamente tapados.
Los números no mienten: cualquier asteroide de 140 metros o más que se acerque a menos de 7,5 millones de kilómetros de la Tierra entra en la categoría de peligroso. Y no es broma, porque uno de 150 metros soltaría al impactar una energía equivalente a cientos de megatones de TNT. Para que te hagas una idea, eso son miles de veces más potente que las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
El estudio ha simulado el comportamiento de 26 clones de asteroides durante 36.000 años, y ha descubierto algo inquietante: las órbitas con baja excentricidad (menos de 0,38) son las que más probabilidades tienen de cruzarse con nosotros. El tiempo de Lyapunov de estos objetos es de apenas 150 años, lo que viene a decir que sus órbitas se vuelven caóticas con bastante frecuencia.
Hay algo curioso en todo esto: Venus funciona como una especie de organizador de tráfico espacial que evita que estos asteroides colisionen entre ellos, pero no puede evitar que algunos acaben dirigiéndose hacia la Tierra. Es un poco como tener un vigilante de seguridad que mantiene el orden en su zona, pero no puede controlar lo que pasa fuera de su jurisdicción.
El Observatorio Vera Rubin, que están construyendo en Chile, mejorará bastante la detección cuando esté listo. Pero incluso con esta nueva instalación, los investigadores reconocen que el problema de la interferencia solar no se va a resolver del todo.
La solución de verdad, según los autores, sería mandar misiones espaciales dedicadas a operar cerca de Venus. Desde ahí podrían hacer un censo completo de estos asteroides sin que el Sol les moleste, algo que desde la Tierra es prácticamente imposible.
Los nuevos métodos de detección han mejorado mucho en los últimos años, pero siguen teniendo limitaciones importantes cuando se trata de objetos en órbitas como las de Venus. La baja reflectividad de muchos asteroides, sumada a su posición relativa al Sol, los convierte en auténticos fantasmas espaciales.
El estudio, que una vez revisado se publicará en Astronomy and Astrophysics, deja claro que solo una misión dedicada cerca de Venus podría desenmascarar por completo esta amenaza invisible. Y mientras tanto, estos asteroides siguen ahí fuera, manteniéndose ocultos en una de las órbitas más complicadas de vigilar del Sistema Solar.