Un agujero negro supermasivo y primitivo ha roto los esquemas de la ciencia: crece a un ritmo 2,4 veces por encima de lo explicable

Este agujero negro es capaz de devorar entre 300 y 3.000 estrellas por año

Un agujero negro supermasivo y primitivo ha roto los esquemas de la ciencia: crece a un ritmo 2,4 veces por encima de lo explicable
Los agujeros negros del Universo son una fuente de sorpresas en el mundo de la ciencia
Publicado en Ciencia

Conforme los descubrimientos astronómicos avanzan, más son los detalles del Universo para los que perdemos todo tipo de explicación. Eso ha sucedido, precisamente, por un agujero negro supermasivo y primitivo descubierto por la NASA hace escasos días, el cual, además de tener unas proporciones desmesuradas y formar parte del Universo joven, tiene un ritmo de crecimiento 2,4 veces superior al que marca el límite de Eddington, el cual, teóricamente, no es normal superar.

Un agujero negro por encima del límite de Eddington

Para explicarlo de una manera sencilla, el límite de Eddington es una teoría que marca el límite en el que una luz puede ser irradiada a través de capas gaseosas respecto a la gravedad que la frena. Y, según los cálculos registrados, este agujero negro descubierto en 2023 superaría su teórico límite de Eddington hasta en un 240% más de lo que debería, según dicha teoría. Es por ello que la estupefacción alrededor de este agujero negro se ha hecho más que manifiesta.

Este descubrimiento ha sido llevado a cabo por el Observatorio de Rayos X Chandra, un telescopio que opera desde el espacio. El agujero negro, ubicado en el cuásar RACS J0320-35, por su parte, se encuentra a 12.800 millones de años luz de la Tierra. Teniendo en cuenta que se estima que la edad del universo ronda los 13.800 millones de años, indicaría que hemos podido descubrir un agujero negro en acción en una época en la que el Universo apenas tenía menos de 1.000 millones de años.

A raíz de contar con dicho potencial, se estima que este agujero negro es capaz de engullir entre 300 y 3.000 estrellas por cada año terrestre, lo que lo convierte en un agujero negro especialmente voraz y difícil de encontrar en el Universo. Y, junto a la enorme cantidad de luz que irradia el cuásar en el que se ubica, hace de este cuerpo celeste y su entorno un hallazgo de lo más notable.

Observar a millones de años luz

Un aspecto también importante es comprender que los cuerpos celestes que vislumbramos en el Universo, por la relatividad espaciotemporal, pertenecen a épocas primigenias. Si la velocidad de la luz es de 300.000 kilómetros por segundo, todo lo que se encuentra a más distancia no lo estamos viendo "en directo", sino cuando la luz arrojada llega hasta nosotros. Bajo esa ley, el sol que vemos en el cielo es, realmente, el sol a 8 minutos y 20 segundos en el pasado, y si de repente se apagase, no nos daríamos cuenta hasta pasado ese lapso de tiempo.

Pues, en el caso de un agujero negro como el del cuásar RACS J0320-35, observándolo a 12.800 millones de años luz, estamos siendo testigos de la actividad de este agujero negro miles de millones de años antes de que existiera el Sistema Solar (de 4.600 millones de años). Por tanto, observar este agujero negro, además de un nuevo hito científico, es también un "túnel del tiempo" por el que observamos otro cuerpo celeste del Universo hace muchísimo tiempo.

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