Uno de los peores eventos solares ocurrió hace 165 años y puso el mundo patas arriba. Podría volver a suceder y sería más dramático

Hoy en día este efecto podría tener condiciones incluso más negativas si tenemos en cuenta las implicaciones y la magnitud del crecimiento tecnológico de nuestro planeta

Uno de los peores eventos solares ocurrió hace 165 años y puso el mundo patas arriba. Podría volver a suceder y sería más dramático
El 'evento Carrington' es bastante preocupante y podría causar estragos en nuestra sociedad actual
Publicado en Ciencia

Las tormentas solares son algo bastante habitual en la eterna relación que mantiene el Sol con todos los planetas del Sistema Solar. Suelen ser espectaculares, con auroras boreales que iluminan el cielo en latitudes insospechadas en las que no debería ser normal, pero también pueden provocar serios problemas en nuestras redes de comunicación y tecnología. Uno de los casos más famosos es el Evento Carrington, que sucedió hace 165 años. Esa tormenta puso patas arriba el mundo de las telecomunicaciones del siglo XIX, un mundo que dependía casi exclusivamente del telégrafo. Pero, ¿qué pasaría hoy, en una sociedad tan ligada a los satélites y al uso de electricidad en todos los ámbitos? Lo cierto es que nuestra tecnología ha aumentado hasta el punto de que podemos simular el propio Sol durante varios minutos, pero esta dependencia tecnológica podría ser una bendición o una maldición en estas circunstancias.

Según un artículo de PopScience, durante el Evento Carrington aparecieron auroras boreales en lugares tan insólitos como en Madrid o Santiago de Chile, y Richard Carrington, un astrónomo aficionado en Inglaterra, observó manchas brillantes en el Sol. Aquella coincidencia no fue casual: el Sol había expulsado una eyección de masa coronal gigantesca que, al impactar en la Tierra, sobrecargó cables telegráficos, provocó incendios y por el lado positivo

Qué fue el Evento Carrington

En agosto de 1859, Richard Carrington notó, en medio de un grupo de manchas solares, unas manchas especialmente brillantes y de evolución muy rápida tal y como señala la Wikipedia. Lo que estaba viendo era, en realidad, la firma de una potentísima tormenta solar: el Sol había lanzado una nube de gas y polvo electrificado a una velocidad de hasta 3.218.680 kilómetros por hora. Al llegar a la Tierra, esta avalancha de partículas impactó contra la magnetosfera de nuestro planeta, desatando una tormenta geomagnética masiva. También hay que tener en cuenta que era una sociedad dependiente de la quema de carbón.

El resultado fue un colapso de las primigenias redes telegráficas. Se registraron chispas en los cables, incendios en oficinas telegráficas y en algunos casos los operadores sufrieron quemaduras. Este fenómeno es lo que hoy conocemos como Evento Carrington, la tormenta solar más intensa registrada. Desde ese momento, los ingenieros han aprendido a proteger mejor los cables y sistemas eléctricos, pero no deja de ser un evento que nos recuerda la vulnerabilidad de nuestros dispositivos y que en caso de no tomar las medidas necesarias podría ser algo peligroso.

Qué implicaría hoy un Evento Carrington

El problema de una tormenta solar de semejante magnitud en el presente es que la dependencia tecnológica global es infinitamente mayor que en 1859. Como explica PopScience, las eyecciones de masa coronal, o CME, pueden dañar satélites, afectar la navegación GPS, degradar paneles solares y producir fluctuaciones masivas en las redes eléctricas. En un mundo que ha digitalizado prácticamente todos sus procesos, la interrupción de las comunicaciones y la energía eléctrica tendría consecuencias enormes.

Por un lado, las empresas eléctricas podrían verse forzadas a reducir la carga en la red para evitar sobrecalentamientos. Los satélites que orbitan la Tierra podrían perder su orientación o sufrir daños en sus componentes. Además, si la tormenta geomagnética fuese lo bastante fuerte, podríamos experimentar largos apagones e incluso la pérdida temporal de servicios clave para nuestro día a día, como, por ejemplo, el acceso al banco.

Afortunadamente, hoy contamos con herramientas que nos permiten pronosticar estos efectos adversos con mayor atención que en el pasado. Distintos satélites como GOES, STEREO-A y -B, o el SDO, vigilan constantemente el Sol para identificar eyecciones de masa coronal. Existen agencias concretas para investigar el clima del espacio y se encargan de emitir alertas con horas o días de antelación para que operadores de satélites y empresas energéticas puedan tomar medidas de protección. Aun así, se calcula que las probabilidades de que algo tan extremo como el Evento Carrington se repita en los próximos cien años rondan un 12 % o menos, lo que indica que, si bien es poco probable, tampoco es imposible. En caso de que se produjera, sus efectos podrían ser más dramáticos si no se tomaran las medidas necesarias a tiempo.

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