Google tuvo su propio ChatGPT mucho antes que OpenAI, pero decidió acabar con él por "motivos de seguridad"

El "ChatGPT de Google" pudo haber sido una realidad mucho antes que el de OpenAI, pero los ejecutivos de la compañía se negaron.

Google tuvo su propio ChatGPT mucho antes que OpenAI, pero decidió acabar con él por "motivos de seguridad"
El logo de Google sobre una de sus oficinas

Cuando ChatGPT comenzó a ganar popularidad a finales del año pasado, Google fue una de las primeras compañías en reaccionar al ver atacada su posición como compañía de referencia en el campo de la inteligencia artificial. El éxito del modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI hizo saltar todas las alertas en Google, que no dudó en centrar la mayor parte de sus recursos en el desarrollo de tecnologías con las que responder a ChatGPT y al resto de servicios similares que fueron apareciendo a lo largo de los últimos meses del año 2022.

Pero la historia pudo haber sido muy distinta. Al menos, así lo indica un nuevo informe publicado en The Wall Street Journal, donde se explica cómo la decisión de Google de abandonar un proyecto de chatbot basado en IA en el año 2018 podría haber dado a OpenAI y Microsoft una ventaja clara, que ahora está causando más de un dolo de cabeza a Sundar Pichai y compañía.

Meena, el modelo de lenguaje de Google que acabó dando vida a LaMDA

Aunque Google lleva años trabajando en diferentes proyectos que emplean la inteligencia artificial como núcleo de su funcionamiento, no fue hasta 2018 cuando un grupo de ingenieros e investigadores decidieron embarcarse en la misión ce construir un chat conversacional que pudiera imitar la manera de expresarse de los seres humanos.

Antiguos miembros de ese equipo han explicado que el chatbot, llamado "Meena", llegó a ser capaz de debatir sobre temas como filosofía, mantener conversaciones sobre series de televisión e incluso generar bromas. Explican que "Meena pudo cambiar radicalmente la forma en que la gente busca en Internet".

Pero, como suele ser habitual dentro de este tipo de grandes emp¡resas, los ingenieros se toparon con el muro de los ejecutivos. Los principales responsables de la compañía aseguraron que el chatbot no cumplía las normas de seguridad e imparcialidad de IA sobre las que se rigen todos los proyectos de la compañía. Y, a pesar de repetir en varias ocasiones su intención de añadir la función de chat al Asistente de Google y demostrar al público sus capacidades, el proyecto pasó a quedar en punto muerto debido a las negativas de los ejecutivos.

Dos de los principales líderes del proyecto, Daniel De Freitas y Noam Shazeer acabaron abandonando la compañía a finales de 2021. Antes, Google había decidido renombrar el modelo de lenguaje desarrollado por su equipo para acabar bautizándolo como LaMDA. Este modelo es el que, finalmente, acabará sirviendo como base para Bard, el nuevo chatbot de Google destinado a competir con la solución de OpenAI.

Todo este cúmulo de decisiones y cambios de estrategia nos lleva hasta el momento actual, en el que Google continúa trabajando en un modelo de lenguaje y sigue buscando la forma de convencer al público con un chatbot propio, cuya presentación tuvo un impacto negativo en las acciones de la compañía debido a un error factual durante su primera demostración pública. Mientras tanto, OpenAI y Microsoft atraviesan su momento más dulce a costa del éxito de ChatGPT.

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