Los wearables, objeto de nuestras compras más compulsivas

Los wearables, objeto de nuestras compras más compulsivas

Si hay un gadget que cobra poco a poco más protagonismo son aquellos que hemos dado en ubicar entre los llamados wearables. Pulseras para medir nuestra actividad, relojes, etc, dispositivos que muchas veces entran por los ojos y los compramos pero... ¿realmente los necesitamos?

A esta pregunta alguno puede responder que realmente no necesitamos muchas de las cosas que compramos, así que la pregunta más adecuada podría ser ¿nos va a resultar útil?

Y es que tras su compra y los primeros días de uso intensivo, trasteando y experimentando con todo lo que puede ofrecer, muchos de estos terminales parecen que terminan siendo objeto de un mismo y triste final; acumular polvo en un olvidado cajón o rincón en nuestra casa y eso en caso de que no sean devueltos en la primera semana tras su compra.

No, para los más despistados no estamos hablando de una Nintendo Wii U, arramblada desde hace meses en casa, sino de un moderno dispositivo que acaba de salir al mercado. ¿Que ha pasado para llegar a esta situación? La respuesta puede ser que nos hemos dejado llevar por las modas, la publicidad se ha adueñado de nuestras conciencias y hemos caído en la tentación.

En mi caso he de reconocer, pues que conste que un servidor por ejemplo es consciente que caerá con un dispositivo como es la Samsung Gear Fit, que en ocasiones se trata de artilugios que van a acabar olvidados y haciendo nuestra cuenta corriente más ligera. No quiere decir que esto suceda siempre y en mi caso soy poseedor de una Fitbit Flex que uso a diario con unos resultados más que satisfactorios pero no es lo habitual.

Un hecho que además queda reflejado en un estudio llevado a cabo por la empresa de consultoría Endeavour Partners en los Estados Unidos, el cual ofrece un dato más que revelador: un tercio de los llamados wearables que han sido comprados dejan de ser usados a los seis meses. Somos muy fáciles de convencer.

Compras compulsivas

Medios como el prestigioso The Guardian ofrecen distintas respuestas a este prematuro abandono:

Escaso desarrollo del producto

El nivel de desarrollo del producto en el momento de ser lanzado lo sitúa muy por debajo de las posibilidades que debería ofrecer o las funciones para las cuales fue pensado, de forma que ocasiona en el comprador el que se sienta defraudado y termine devolviéndolo como ocurrió con muchos Samsung Galaxy Gear, vendiéndolos o arrumbándolos.

Luego la empresa, al poco tiempo, ofrecerá un producto mejorado y con los fallos depurados, pero eso ya es otra historia.

Poca utilidad

Tenemos lo último de lo último pero... ¿para qué sirve? Una pregunta que no tiene muchas veces una respuesta fácil y que puede venir dada por múltiples factores, como son falta de soporte, funcionamiento cargado de fallos o simplemente que no ofrece algo razonable. Imaginemos por ejemplo un smartwatch, un reloj que debemos cargar todas las noches... ¿no tiene mucho sentido no? De esta forma, de usarlo a diario, pasa a un uso esporádico y finalmente terminar abandonado volviendo a la exclusividad del móvil.

Cifras, cifras, cifras

Otros estudios como el llevado a cabo por la empresa CCS Insight, destacan que el 40% de los compradores de un wearable ha terminado por no usarlo, remarcando que son páginas como eBay o similares uno de los destinos favoritos para estas compras que en muchos casos son impulsivas.

Un final, si se opta por la venta, en la que con casi total seguridad junto a la venta del gadget perderemos además dinero y hará que nuestra antes ilusionante compra pase a ser una inversión de más que dudosa rentabilidad.

Finalmente nos gustaría conocer tu opinión y que nos contaras si has caído en alguna compra de este estilo y cual ha sido el final que le has dado al otrora ansiado gadget.

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