Alexander Karp, CEO de Palantir, ataca al mundo tecnológico: "Silicon Valley ha perdido el norte"

Silicon Valley "se centra en frivolidades mientras ignora los desafíos reales", afirma el controvertido CEO cuya empresa desarrolla software utilizado en operaciones militares

Alexander Karp, CEO de Palantir, ataca al mundo tecnológico: "Silicon Valley ha perdido el norte"
Karp (en la foto), autodenominado "progresista no woke", dirige una empresa financiada inicialmente por la CIA cuyos sistemas han sido descritos como "equivalentes a armas nucleares tácticas"
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo

Silicon Valley va a la deriva y nadie tiene el timón. Al menos eso es lo que piensa Alexander Karp, CEO de Palantir. Por si alguien no lo sabe, la compañía que preside este señor es una empresa de análisis de datos fundada con capital de la CIA especializada en inteligencia militar, vigilancia masiva y operaciones de seguridad que se usan desde en las deportaciones de inmigrantes, hasta en estrategias bélicas como la de Ucrania.

¿Y por qué es noticia Alexander Karp, además de por ser el CEO de Palantir? Bien, ha escrito un libro llamado The Technological Republic: Hard Power, Soft Belief, and the Future of the West en comandita con Nicholas Zamiska (asesor legal del CEO) que, según publican en TechCrunch, recoge la incendiaria línea que acusa a Silicon Valley de su estado actual. Pero, ¿en qué sentido? Vamos a intentar ponerlo en perspectiva.

Un ataque calculado a la industria tecnológica

Karp ha usado este libro para realizar un ataque en tres capas: la narrativa de la "traición tecnológica", el mito del "capitalismo con propósito" y la demonización del disenso interno. Vamos a intentar desgranarlas una a una para comprenderlas mejor.

En lo que respecta a la "traición tecnológica", el directivo construye su crítica sobre una distorsión histórica: afirma que Silicon Valley abandonó su "misión original" de crear tecnologías transformadores como lo fue en su día ARPANET, o los microchips. Al CEO de Palantir y a su coautor se les olvida añadir unos cuantos datos importantes, como que el 78% de la inversión en I+D en Silicon Valley entre 2010 y 2024 provino de empresas privadas (y no del Gobierno), y que proyectos como la computación cuántica o la fusión nuclear contradicen su relato.

A la hora de abordar la segunda capa, cuando Karp habla de "recuperar el norte" se refiere explícitamente a tres puntos: priorizar contratos con agencias de seguridad sobre productos civiles, subordinar la innovación a objetivos geopolíticos occidentales y eliminar las barreras éticas en el desarollo de la IA para uso militar. Esto último es, en parte, una crítica velada a Apple y Tesla, que en su momento quisieron parar el desarrollo de modelos de IA, aunque ahora Elon Musk tiene a Grok y Tim Cook tiene a Apple Inteligence.

Para dar más relevancia al quitarle trabas al desarollo de la IA para asuntos militares, Karp ha usado como ejemplo estrela el software MetaConstellation, usado en Ucrania para optimizar ataques de artillería. Karp se ha referido a este software como "armas nucleares tácticas en formato digitial", ya que esta plataforma puede cambiar por completo la guerra mediante inteligencia artificial, logrando que los ataques de artillería sean mucho más rápidos y precisos. Por otra parte, hay voces dentro de la industria del armamento que señalan que la analogía oculta riesgos éticos y exagera capacidades reales para conseguir contratos militares.

Por último, Karp utiliza el término "woke" para referirse a personas que cuestionan rasgos propios de un gobierno autoritario tales como la colaboración con Inmigración y Control de Aduanas para realizar deportaciones masivas, los contratos que el gobierno de EE.UU. tiene con gobiernos como los de Hungría o Israel, o la colocación de sistemas de vigilancia predictiva en barrios racializados.

Con este manifiesto, Alexander Karp se coloca como un defensor de la militarización tecnológica bajo el disfraz de una crítica al rumbo actual de Silicon Valley. Sus argumentos, lejos de promover una industria más ética o responsable, revelan una visión donde la tecnología debe servir principalmente a intereses geopolíticos y de seguridad nacional por encima de cualquier consideración humanitaria.

El tiempo dirá si Silicon Valley escucha esta llamada a convertirse en un brazo más del complejo militar-industrial o si, por el contrario, surge una visión alternativa donde la innovación tecnológica pueda servir genuinamente al bienestar colectivo sin convertirse en herramienta de control y dominación. Por ahora, el libro de Karp queda como testimonio de una visión del mundo donde la tecnología sirve al poder, no a las personas.

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