El nuevo método de transporte público que promete ser revolucionario se parece bastante a otro que lleva siglos existiendo

En 2026 debutará en Nueva Zelanda un sistema de transporte aéreo modular que promete acabar con los atascos, ofrecer viajes personalizados y reducir costes de infraestructura hasta un 95% frente al metro tradicional

El nuevo método de transporte público que promete ser revolucionario se parece bastante a otro que lleva siglos existiendo
Imagen conceptual de una de las cápsulas de Whoosh, que quiere cambiar la forma en la que usamos el teleférico y el transporte urbano
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo

Nunca es mala idea introducir nuevos medios de transporte público, aunque parece que a veces intentamos reinventar la rueda cada vez que lo hacemos. Es el caso del sistema Whoosh, que combina lo mejor de los teleféricos tradicionales con tecnología moderna. Esto es cápsulas autónomas que pueden cambiar entre cables y rieles, según el trayecto.

La propuesta, tal y como nos cuentan desde New Atlas, no es algo nuevo en concepto, pero la ejecución tecnológica sí. Estas cápsulas circulan a 40 kilómetros por hora sobre una red elevada a 12 metros de altura, y usan algoritmos de ruta que permiten viajes directos sin transbordos de ninguna clase. Además, se coordinarán miles de vehículos en tiempo real, algo que no pueden hacer los teleféricos convencionales.

Una tecnología menos futurista de lo que parece

El aspecto más novedoso del sistema radica en que las cápsulas del Whoosh pueden circular tanto por cables tensados, como por rieles elevados. Se adaptan al terreno usando ruedas motorizadas que se activan automáticamente, lo que les permite cruzar ríos, valles o navegar por paisajes urbanos complejos fácilmente.

Las estaciones son tan grandes como una plaza de parking y usan rampas en espiral para que cada cápsula ascienda hacia la red elevada. Cada vehículo tiene WiFi, control climático persoanlizado y ventanas panorámicas, con un consumo energético muy bajo (equivalente a una ducha de 10 minutos por trayecto medio, según el fabricante).

También es un medio de transporte relativamente barato: cinco millones de dólares por kilómetro frente a los 100 millones que puede constar una línea de metro subterráneo. Y se tarda mucho menos en construir una red completa: en uno ó dos años, de nuevo según sus responsables, se debería poder tener una.

La primera implementación de Whoosh se llevará a cabo en Queenstown, Nueva Zelanda. Se trata de una ciudad turística de 30.000 habitantes que recibe tres millones de turistas anualmente. La orografía de la ciudad la hace perfecta para ser el conejillo de indias para este sistema.

Sus creadores ya están negociando con 12 ciudades de todo el mundo para replicar el modelo después de 2026. Y sin embargo, la principal dificultad para implementar este nuevo teleférico tiene que ver con las normativas urbanísticas y la opinión pública: ambas barreras son más complicadas de sortear que los accidentes naturales.

Swhoosh se suma a otros intentos por cambiar la forma en la que nos movemos, como el tren de hidrógeno o un avión propulsado por el mismo combustible. Su éxito dependerá de que las ciudades medianas y turísticas vean en este sistema una solución práctica.

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