Este gigantesco avión también podía surcar los mares, pero solo voló una vez
La innovadora aeronave H-4 Hercules fue diseñada para revolucionar el transporte militar durante la Segunda Guerra Mundial

El magnate Howard Hughes y el constructor naval Henry J. Kaiser unieron fuerzas en 1942 para crear una aeronave sin precedentes. El proyecto surgió como respuesta a los submarinos alemanes que hundían los barcos aliados, con la visión de transportar 750 soldados equipados o dos tanques Sherman de 30 toneladas a través del Atlántico.
Según detalla New Atlas, Hughes asumió rápidamente el control total del proyecto, relegando a Kaiser a un papel secundario. La escasez de materiales estratégicos forzó una decisión revolucionaria: construir el avión más grande del mundo utilizando principalmente madera de abedul, lo que le valió el apodo de "Spruce Goose".
Un gigante de madera que desafió los límites de la ingeniería aeronáutica
La construcción del H-4 Hercules requirió el desarrollo de tecnologías completamente nuevas. El proceso de fabricación revolucionó la industria con la creación de un sistema de laminado Duramold que utilizaba ondas de radio de alta frecuencia para curar las capas de madera, selladas con pegamentos especialmente desarrollados para el proyecto.
Como señalan los registros históricos de los aviones más grandes, sus dimensiones eran asombrosas: 97,51 metros de envergadura, 66,65 metros de longitud y 24,18 metros de altura. El diseño permitía a los ingenieros caminar dentro de las alas para dar mantenimiento a los ocho potentes motores Pratt & Whitney durante el vuelo.
La obsesión de Hughes por la perfección marcó cada aspecto del proyecto. Dedicaba noches enteras a supervisar personalmente los detalles más minuciosos, desde la disposición de los instrumentos hasta el funcionamiento de los motores. Su comportamiento excéntrico y su búsqueda implacable de la excelencia generaron tensiones constantes con el gobierno y sus propios ejecutivos.
Mientras la industria aeronáutica actual explora diseños transformables, el legado del H-4 permanece como testimonio de innovación radical. El histórico vuelo del 2 de noviembre de 1947 demostró que el gigante podía volar, aunque solo fuera durante 26 segundos a 21 metros de altura.
La dedicación de Hughes no terminó con ese único vuelo. Invirtió 1,75 millones de dólares en 1948 para construir un hangar con clima controlado, manteniendo un equipo de hasta 300 personas para preservar la aeronave en condiciones de vuelo, con un costo anual de un millón de dólares hasta su muerte en 1976.
Tras años de disputas legales sobre su propiedad, el H-4 Hercules encontró su hogar definitivo en el Museo Evergreen de Aviación y Espacio en Oregon. El colosal hidroavión sigue cautivando a los visitantes, recordándonos una época en que la determinación de un hombre llevó la ingeniería aeronáutica más allá de sus límites conocidos.