Google construirá un centro de datos de IA en la Isla de Navidad, si los cangrejos se lo permiten
El proyecto combina ambiciones militares y tecnológicas en un entorno ecológico único
Google ha puesto sus ojos en un lugar tan remoto como estratégico: la Isla de Navidad, un territorio australiano de apenas 135 kilómetros cuadrados en pleno océano Índico. Según reveló Reuters, la compañía planea levantar allí un gran centro de datos de inteligencia artificial, un proyecto envuelto en discreción y con implicaciones que van mucho más allá de la tecnología. La ubicación, a solo 220 millas al sur de Indonesia, se considera de alto valor militar, ya que permite vigilar los movimientos navales chinos a través de rutas marítimas esenciales para el comercio mundial.
Tecnología en un enclave militar y ecológico
La decisión de Google está estrechamente vinculada al acuerdo de computación en la nube firmado con las Fuerzas Armadas australianas en julio de 2025. Aunque ni el gigante tecnológico ni el Departamento de Defensa australiano han querido comentar los detalles, fuentes cercanas al proyecto aseguran que el centro de datos podría servir de infraestructura avanzada para sistemas de comando y control impulsados por IA, facilitando operaciones conjuntas entre Australia, Estados Unidos y Japón. Bryan Clark, antiguo estratega de la Marina estadounidense, explicó que el enclave permitiría desplegar sistemas no tripulados y vigilar el tráfico marítimo en los estrechos de Sunda, Lombok y Malaca, tres corredores clave para el paso de submarinos y embarcaciones comerciales.
La isla, sin embargo, no es solo un punto rojo en el mapa militar. Con una población de unos 1.600 habitantes y una economía históricamente dependiente de la pesca y el turismo, el proyecto de Google podría suponer una inyección económica sin precedentes. Steve Pereira, presidente del consejo local, declaró que el ayuntamiento evalúa los posibles impactos antes de autorizar la construcción. “Hay apoyo, siempre que el centro de datos devuelva algo a la comunidad en forma de infraestructuras, empleo y desarrollo”, afirmó.
Pero los desafíos no se limitan a la política o la economía. Google ha solicitado permisos medioambientales para tender un cable submarino que conecte la isla con Darwin, en el norte de Australia, donde Estados Unidos mantiene un destacamento rotativo de marines. Esta conexión es esencial para garantizar el flujo de datos del nuevo complejo, pero su instalación plantea un dilema ecológico singular: cómo proteger el ecosistema de la Isla de Navidad, famoso por uno de los espectáculos naturales más impresionantes del planeta.
Cada año, más de 100 millones de cangrejos rojos cruzan la isla desde la selva hasta el océano para reproducirse, cubriendo carreteras, playas y rocas en un fenómeno que el naturalista David Attenborough llegó a describir como uno de los momentos más extraordinarios de su carrera. Durante este periodo, las autoridades cierran carreteras y levantan puentes especiales para facilitar la migración. Las hembras depositan hasta 100.000 huevos cada una, y las crías que logran sobrevivir inician un viaje de nueve días de regreso hacia el interior, enfrentándose a depredadores como peces, mantarrayas o tiburones ballena. Solo en los años más favorables (uno o dos por década) consigue llegar una generación lo bastante numerosa como para asegurar la continuidad de la especie.
En 2025, la migración ya ha comenzado, y se espera un gran evento de desove en torno al 15 y 16 de noviembre, justo cuando Google busca los permisos ambientales para su cableado submarino. Aunque el proyecto se encuentra aún en fase preliminar, el riesgo de que las obras interfieran con este delicado proceso natural preocupa a los conservacionistas. Desde Parks Australia, la entidad que gestiona el territorio, advierten que cualquier alteración del entorno marino o terrestre podría tener consecuencias para una especie emblemática cuya supervivencia depende de un equilibrio extremadamente frágil.
El dilema encapsula a la perfección el choque de dos mundos: la ambición tecnológica y la preservación ambiental. Por un lado, Google y el gobierno australiano visualizan la Isla de Navidad como un punto neurálgico en la red global de inteligencia artificial y defensa. Por otro, millones de cangrejos llevan millones de años siguiendo la misma ruta ancestral, ajenos a los cables, los servidores y las tensiones geopolíticas.
Cómo coexistirán los servidores de última generación y los crustáceos migratorios es aún una incógnita. Pero si algo ha dejado claro la historia natural de la isla es que, al menos durante unas semanas al año, son los cangrejos quienes mandan. Y frente a ellos, incluso el gigante Google tendrá que aprender a esperar.