La batería nuclear diminuta que quiere destruir el mercado. Años de duración y un rendimiento increíble
Investigadores coreanos desarrollan una celda betavoltaica que convierte radiación en electricidad por décadas sin los riesgos asociados a la energía nuclear

Nadie esperaba que una batería nuclear del tamaño de una moneda pudiera convertirse en la respuesta definitiva a nuestros problemas energéticos, pero parece que el futuro ya está aquí. Este diminuto dispositivo desarrollado por científicos coreanos promete funcionar durante décadas sin recarga, revolucionando por completo la manera en que alimentamos nuestros aparatos electrónicos y dejando obsoletas las actuales tecnologías basadas en iones de litio que dominan el mercado.
Tal y como ha dado a conocer New Atlas, investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de Daegu Gyeongbuk (DGIST) en Corea del Sur han creado una innovadora celda betavoltaica sensibilizada con colorante capaz de convertir la radiación directamente en electricidad. Este avance, presentado por el profesor Su-Il In durante el encuentro de primavera de la Sociedad Química Americana celebrado en marzo, podría suponer un cambio de paradigma en el sector energético.
Una tecnología que desafía los límites de la autonomía
Aunque pueda sonar a ciencia ficción, esta batería nuclear utiliza un principio sorprendentemente simple. Las partículas beta emitidas por el carbono-14 (un isótopo radiactivo presente de forma natural incluso en nuestro cuerpo) impactan contra un semiconductor de dióxido de titanio recubierto con colorante de rutenio, liberando electrones y generando electricidad. La vida media de 5.730 años del carbono-14 significa que después de casi seis milenios, la batería seguiría produciendo el 50% de su capacidad original.
El funcionamiento de esta tecnología no es completamente nuevo, pues las baterías nucleares miniaturizadas ya llevan tiempo en desarrollo, pero los recientes avances del equipo coreano en materiales y eficiencia están acercándonos a aplicaciones prácticas cotidianas. El prototipo actual tiene una eficiencia seis veces mayor que modelos anteriores, consiguiendo convertir casi el 3% de la radiación en electricidad útil, cuando hasta ahora apenas se aprovechaba un 0,5% de la energía emitida.
Lo más sorprendente de esta batería nuclear es su extraordinaria seguridad. Contrariamente a lo que podría pensarse, las partículas beta del carbono-14 pueden bloquearse con una simple hoja de papel o una fina lámina de aluminio. Al estar fabricada sin materiales inflamables y ser de estado sólido, podría resultar incluso más segura que las actuales baterías de iones de litio, propensas a problemas de sobrecalentamiento y explosión.
A pesar de su baja potencia actual (apenas el 0,4% de lo necesario para una calculadora básica), estas baterías ya plantean aplicaciones revolucionarias. Podrían alimentar dispositivos médicos como marcapasos, eliminando la necesidad de reemplazos quirúrgicos periódicos, sensores ambientales remotos o microchips para aplicaciones específicas donde el acceso para recargar o cambiar baterías es complicado.
"El rendimiento de las baterías de Li-ion está casi saturado", explica el profesor In, subrayando las limitaciones actuales de esta tecnología. Además, la extracción de litio consume mucha energía y la eliminación incorrecta de baterías convencionales contamina gravemente los ecosistemas, lo que hace que estas alternativas nucleares representen una opción más sostenible a largo plazo.
La carrera por desarrollar baterías nucleares eficientes se ha intensificado en los últimos años. Mientras el equipo coreano trabaja con carbono-14, otros científicos exploran alternativas como convertir radiación gamma en electricidad o utilizar diamantes con carbono-14 para crear células capaces de alimentar dispositivos durante miles de años sin recarga. La búsqueda de baterías nucleares seguras no se detiene y cada investigación aporta nuevos avances.
El futuro de esta tecnología parece prometedor. Aunque actualmente la batería solo convierte una pequeña fracción de la desintegración radiactiva en electricidad, los investigadores trabajan en optimizar el emisor de rayos beta y desarrollar absorbentes más eficientes. "Podemos introducir energía nuclear segura en dispositivos del tamaño de un dedo", afirma con entusiasmo el profesor In, abriendo la puerta a un mundo donde la preocupación por recargar nuestros dispositivos podría convertirse en algo del pasado.
Este diminuto dispositivo nuclear, seguro y de larga duración, podría transformar radicalmente nuestra relación con la tecnología cotidiana. Sin baterías que se agotan continuamente, sin cables de carga en cada rincón y sin la obsolescencia programada de los dispositivos actuales, nos acercamos a una nueva era energética donde la disponibilidad de energía deja de ser un factor limitante en el diseño y uso de la electrónica. La revolución energética podría estar comenzando con algo más pequeño que una moneda.