La solución a la crisis energética de la IA es meter un motor de avión supersónico dentro de un contenedor
Boom Supersonic venderá generadores basados en su motor de avión para alimentar centros de datos con gas natural
Boom Supersonic ha decidido que su motor a reacción sirve para algo más que volar: alimentar a la inteligencia artificial. La compañía ha presentado un sistema que mete el núcleo de su propulsor Symphony dentro de un contenedor de mercancías para generar electricidad en tierra, ofreciendo una salida rápida y sucia a la crisis energética de los centros de datos.
Según nos cuentan desde New Atlas, este generador se llama Superpower y la compañía tiene grandes planes para él. La idea es quemar gas natural para entregar megavatios de potencia inmediata a las granjas de servidores que entrenan modelos de IA, sorteando los plazos de años que requiere ampliar la red eléctrica convencional para soportar tal demanda.
Del cielo al suelo: 42 megavatios en una caja
El sistema comparte el 80% de los componentes con el motor aeronáutico que debería propulsar al futuro avión Overture. Los ingenieros han eliminado el ventilador frontal y han conectado el núcleo a un generador eléctrico. El resultado es una unidad capaz de producir 42 megavatios, comprimida en un módulo estándar que se puede instalar y poner en marcha en apenas dos semanas.
Y en plena carrera armamentística de la IA, la demanda es muy grande y muy urgente. Ya no es nuevo el saber que los centros de datos que la alimentan suponen una amenaza para el consumo eléctrico global, superando ya el gasto de países enteros. Las tecnológicas no pueden esperar a que se construyan nuevas centrales, así que soluciones modulares como esta, que no requieren agua para refrigerarse, se convierten en un recurso vital para mantener los servidores encendidos.
La contrapartida evidente es el impacto medioambiental. Estos generadores funcionan quemando gas natural —o diésel en emergencias—, lo que sigue haciendo que dependan de los combistibles fósiles. Aunque las grandes tecnológicas prometen un futuro verde, la realidad es que las infraestructuras de OpenAI y NVIDIA necesitan energía masiva hoy mismo, y quemar gas in situ es la forma más rápida de conseguirla sin tumbar la red pública.
Para Boom, esto es puro pragmatismo financiero para sobrevivir. Vender electricidad en tierra les permite monetizar su tecnología ya y financiar el desarrollo de su avión de pasajeros. La paradoja es perfecta: el motor diseñado para romper la barrera del sonido cruzando el Atlántico acabará, de momento, atornillado al suelo en un polígono industrial para que ChatGPT siga funcionando. Cada vez resulta más difícil no ver lagunas en el discurso que dice que la IA va a mejorar nuestras vidas.