Las minas abandonadas guardan un poder desorbitado: pueden ser gigantescas baterías

Un innovador sistema convierte pozos mineros en desuso en almacenes de energía mediante gravedad, ofreciendo una solución sostenible para uno de los mayores retos de la transición energética

Las minas abandonadas guardan un poder desorbitado: pueden ser gigantescas baterías
La tecnología UGES transforma antiguas infraestructuras extractivas en baterías gravitatorias capaces de almacenar energía durante semanas sin pérdidas, aprovechando recursos ya existentes
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo

Mientras el mundo busca desesperadamente soluciones para almacenar energía renovable a gran escala, la respuesta podría estar bajo nuestros pies. Las antiguas minas abandonadas, esas cicatrices industriales que salpican paisajes en todo el planeta, podrían transformarse en gigantescas baterías gravitatorias capaces de almacenar cantidades masivas de electricidad, dando nueva vida a infraestructuras que parecían condenadas al olvido.

Según ha revelado un estudio del Instituto IIASA, estos espacios subterráneos podrían convertirse en sistemas UGES (Underground Gravity Energy Storage), aprovechando la profundidad de los pozos mineros para crear mecanismos de almacenamiento energético. La idea, aunque sencilla en su planteamiento, resulta revolucionaria por su potencial de implementación global.

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El principio es similar al de otras tecnologías que generan electricidad mediante bacterias. En el caso de las minas, el sistema utiliza ascensores que transportan contenedores llenos de arena por los antiguos pozos. Cuando hay excedente de energía en la red, los motores elevan la arena a la superficie, almacenando energía en forma potencial gravitatoria que puede conservarse sin pérdidas durante semanas o incluso años.

En momentos de alta demanda eléctrica, el proceso se invierte: los contenedores de arena descienden y los motores funcionan como generadores mediante frenado regenerativo, devolviendo electricidad a la red. La capacidad de almacenamiento depende directamente de la profundidad del pozo y del volumen disponible, pudiendo alcanzar escalas industriales en minas profundas.

El atractivo de esta tecnología reside en su simplicidad y bajo coste. Utiliza infraestructuras ya existentes, arena como medio de almacenamiento (material abundante y barato) y podría revitalizar económicamente zonas afectadas por el cierre de explotaciones mineras, creando nuevos empleos técnicos en estas comunidades.

Los investigadores estiman que el potencial global de almacenamiento mediante esta tecnología podría situarse entre 7 y 70 TWh, aproximadamente el equivalente al consumo diario mundial de electricidad. Esta capacidad colocaría a las minas abandonadas junto a los árboles con capacidad para generar electricidad como soluciones naturales a retos energéticos.

Actualmente ya existen proyectos pioneros, como el de la mina finlandesa de Pyhäsalmi, donde la empresa Gravitricity desarrolla un prototipo capaz de almacenar 2 MW. Julian Hunt, investigador principal del IIASA, confirma que el interés por esta tecnología de energía limpia crece rápidamente, habiendo sido contactado por propietarios de minas, inversores y desarrolladores desde la publicación del estudio.

En un momento en que el mundo busca alternativas para equilibrar la intermitencia de las renovables, estas antiguas estructuras industriales podrían convertirse en piezas clave de un sistema energético limpio, demostrando que, a veces, las soluciones más innovadoras no requieren tecnologías complejas, sino mirar con nuevos ojos lo que ya tenemos.

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