Los aztecas utilizaban un arma para aterrorizar a sus enemigos: un silbato insoportable

Un estudio científico analiza por primera vez cómo el cerebro humano procesa los sonidos de estos antiguos instrumentos mesoamericanos

Los aztecas utilizaban un arma para aterrorizar a sus enemigos: un silbato insoportable
Publicado en Tecnología
Por por Sergio Agudo

Los antiguos silbatos aztecas con forma de calavera producen efectos psicoacústicos únicos que alteran la actividad cerebral. Su sonido activa mecanismos neurales relacionados con el procesamiento del miedo y la atención, según revela un nuevo estudio publicado en Nature Communications que ha analizado el impacto neurológico de estos instrumentos en oyentes modernos.

La investigación, que combinó análisis acústico con neuroimagen, demuestra que estos silbatos, datados entre 1250 y 1521 d.C., generan patrones sonoros que el cerebro procesa de manera especial. El sistema auditivo los interpreta como una mezcla desconcertante entre sonidos naturales y artificiales, activando simultáneamente múltiples áreas cerebrales. Este es un claro ejemplo de uso de la psicoacústica siglos antes de ser estudiada científicamente; no podía dejar de hablar de este hallazgo como experto en audio.

El diseño del terror: anatomía de un silbato único

En este vídeo que descansa encima de estas líneas podéis encontrar ejemplos de cómo suena uno de estos silbatos aztecas. Y es, como poco, inquietante. Un análisis detallado mediante tomografía computarizada reveló la sofisticada construcción de estos instrumentos de arcilla de 3-5 centímetros. Su estructura interna consta de cuatro elementos clave: un conducto de aire con paso restringido, una cámara hemisférica de contrapresión, una cámara de colisión y una cavidad de campana. Esta configuración, exclusiva de la Mesoamérica prehispánica, genera turbulencias que producen un sonido no lineal y ruidoso.

El hallazgo conecta con investigaciones anteriores sobre el impacto ambiental de las civilizaciones precolombinas, que nos ayudan a entender mejor la historia temprana de América. Los silbatos, datados entre 1250 y 1521 d.C., destacan por su sofisticado diseño acústico.

El espectro acústico de los silbatos muestra tres características distintivas: un patrón ruidoso y áspero similar al de los gritos de primates, componentes agudos penetrantes comparables a las señales de alarma, y una ausencia de modulaciones lentas típicas del habla humana. Las pruebas demostraron que las réplicas modernas reproducen fielmente estas características sonoras.

Respuestas cerebrales y significado ritual

Los aztecas utilizaban un arma para aterrorizar a sus enemigos: un silbato insoportable

Representación artística del Mictlán, el inframundo de la cultura azteca

Los participantes del estudio clasificaron consistentemente estos sonidos como "gritos" y los describieron como "aversivos" y "aterradores". A nivel cerebral, activan especialmente la corteza frontal lateral, la corteza frontal medial y la ínsula, áreas asociadas con la evaluación elaborada del sonido y la integración sensorial-afectiva.

El estudio reveló que los silbatos comparten similitudes acústicas con sonidos modernos como sirenas y alarmas, así como con vocalizaciones humanas de angustia. Esta ambigüedad en su origen provoca que el cerebro dedique recursos adicionales para intentar clasificarlos, interfiriendo con otros procesos mentales en curso.

Las pruebas de laboratorio mostraron que estos sonidos reciben un procesamiento prioritario en el sistema auditivo, similar al que reciben los gritos humanos y otros sonidos biológicamente relevantes. Esta respuesta neural sugiere que los silbatos fueron diseñados para explotar mecanismos básicos de procesamiento auditivo presentes en todos los humanos.

La investigación también encontró que estos instrumentos generaban respuestas más intensas que flautas mexicanas contemporáneas, sonidos de la naturaleza e incluso otros instrumentos antiguos aztecas. Este hallazgo refuerza la teoría de que fueron creados específicamente para su uso en contextos rituales y ceremoniales, más que como armas de guerra.

Las evidencias arqueológicas y neurológicas sugieren que estos silbatos jugaron un papel crucial en rituales relacionados con el inframundo azteca, Mictlan, donde se creía que vientos cortantes y penetrantes atormentaban a los muertos. La respuesta cerebral única que provocan indica que fueron herramientas efectivas para crear estados alterados de consciencia en contextos ceremoniales

Para ti
Queremos saber tu opinión. ¡Comenta!