Los coches americanos son enormes en comparación con los europeos. Existe un motivo más allá de la gasolina barata
La diferencia de tamaño entre vehículos de ambos continentes responde a factores históricos, urbanísticos y culturales que han definido dos aproximaciones muy distintas a la movilidad

Los estadounidenses tienen cierta tendencia a maximizar todo lo que les rodea. Desde las latas de refresco hasta los espacios hoteleros, pasando inexorablemente por sus vehículos de dimensiones colosales, la cultura americana ha priorizado históricamente el tamaño sobre otras consideraciones. Durante la hora de recogida escolar, es común ver una procesión de Chevrolet Tahoes, Jeep Grand Wagoneers y Ford Expeditions en fila.
Según reveló Popular Science tras recoger un informe de la EPA, la huella promedio de los vehículos ha aumentado un seis por ciento entre 2008 y 2023, alcanzando un "máximo histórico". James Jenkins, jefe del departamento de Planificación de Productos para vehículos Honda y Acura en American Honda, afirma que los clientes en América quieren más espacio para sus pertenencias y la marca busca satisfacer esa demanda.
La gasolina barata es solo el principio de una cultura automovilística diferente
Ed Kim, presidente de la firma de investigación de marketing automotriz AutoPacific, identifica dos factores principales detrás de este fenómeno. "En última instancia, todo se reduce al precio del combustible", explica. "Claro que los estadounidenses nos quejamos del precio de la gasolina, pero la realidad es que está mucho menos gravada que en casi cualquier otro país del mundo".
En términos comparativos, según el sitio de previsión empresarial Kiplinger, un litro de gasolina costaba aproximadamente 0,99€ el verano pasado en EE.UU. En contraste, el mismo volumen alcanzaba los 1,84€ en Reino Unido, 2,02€ en Singapur o un impactante 3,21€ en Hong Kong. Este contexto ha permitido que Xiaomi pueda presumir de ventas de coches eléctricos en su país de origen y en Asia, mientras que en Occidente todavía se mira con recelo a los EV.
Las infraestructuras americanas también han evolucionado adaptándose a estos vehículos voluminosos. Las calles son anchas y hasta los estacionamientos están dimensionados para acomodar automóviles de mayor tamaño. Europa, al contrario, se desarrolló mucho antes, con calles empedradas diseñadas originalmente para peatones y caballos, no para SUVs de tres toneladas.
Conducir un Range Rover SV de 2,03 metros de ancho (sin contar los espejos) por una estrecha carretera portuguesa puede resultar una experiencia claustrofóbica. Esta realidad explica por qué los coches en países como Francia, España e Italia son considerablemente más pequeños; resulta mucho menos estresante maniobrar un Volkswagen Polo o un Dacia Sandero por vías que generosamente podrían llamarse callejones en Estados Unidos.
Con el desarrollo de híbridos y eléctricos más eficientes, el tamaño importa menos que nunca desde la perspectiva del consumo. "Estamos en una etapa en la que puedes obtener productos más grandes con poco impacto en el consumo de combustible", coincide Jenkins. Aunque esta tendencia también empieza a revertirse, con fabricantes como Volvo que volverá a incluir botones físicos en sus próximos modelos, priorizando funcionalidad sobre tamaño.
El informe de la EPA del año pasado mostró señales prometedoras para el futuro medioambiental a medida que surgen nuevas tecnologías para reducir emisiones: "Los datos preliminares sugieren que la tasa media de emisiones de CO2 y la economía de combustible de los nuevos vehículos seguirán mejorando en el año modelo 2024", señala el documento, "y que el impacto de los BEV y PHEV continuará creciendo".
La seguridad como percepción cultural y ciclo autoperpetuado

Chevrolet Silverado, uno de los modelos mas míticos que se puede ver fácilmente en las carreteras estadounidenses
Muchos padres afirman querer un gran SUV o camioneta para sus hijos adolescentes porque "es más seguro en caso de accidente". El Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras (IIHS) respalda esta noción, afirmando que un vehículo más grande y pesado proporciona mejor protección en caso de colisión que uno más pequeño y ligero.
La zona del coche entre el parachoques delantero y el habitáculo está diseñada para absorber la energía de los impactos mediante deformación programada. Los extremos delanteros más largos ofrecen mejor protección en colisiones frontales y, según el IIHS, los vehículos más pesados también tienden a continuar moviéndose hacia adelante en choques con vehículos más ligeros, sometiendo a los pasajeros a menos fuerza.
Se genera así un ciclo: a medida que más personas compran coches más grandes, aumenta la tendencia a querer igualar ese tamaño. Esto es especialmente cierto en áreas suburbanas, donde hay más espacio y garajes más amplios. Sin embargo, compañías como Telo están fabricando pequeñas camionetas eléctricas para satisfacer la demanda de nicho en EE.UU..
Más allá de la gasolina barata o los impuestos reducidos, el fenómeno de los coches gigantes en Estados Unidos responde a una compleja mezcla de factores culturales, históricos y psicológicos. Una especie de círculo vicioso donde la percepción de seguridad y el estatus social se combinan con infraestructuras diseñadas para estos vehículos, creando un ecosistema donde lo pequeño parece fuera de lugar y lo grande se normaliza cada vez más.