En el mundo de los 8 GB de RAM nadie mira lo que debe mirar

Estamos ya casi en el ecuador de 2018 y, como era de esperar, han empezado a llegar (y a estandarizarse) los smartphones con 8 GB de RAM. A día de hoy, se podría decir que lo mínimo que se le puede pedir a un smartphone de gama alta premium es que tenga 6 GB, algo a lo que las marcas no suelen hacer ascos teniendo en cuenta que muchas ofrecen una versión de 6 GB y una de 8 GB. De la misma forma, se podría decir que los consumidores siempre preferimos más. Más RAM, más almacenamiento, más velocidad, más, más, más. Eso, desde mi punto de vista, es un grave error.

Hemos llegado a un punto en el que solo nos fijamos en las cifras que están escritas en la parte trasera de las cajas de los smartphones, donde las marcas presumen de potencia bruta, atrayendo así la mirada de un consumidor medio que sigue pensando que "más RAM es más potencia", como "más megapíxeles son mejores fotos". En un mundo en el que los 8 GB han llegado para quedarse, nadie mira lo que tiene mirar.

Esto que vas a leer es mi opinión personal y no representa la de Andro4all.

La importancia del sistema operativo

Hablemos de Apple (abro paraguas). Si alguna de las personas que están leyendo estas líneas tiene un iPhone, algo más que probable, sabrá que los iPhone van realmente bien a pesar de tener unos componentes mucho menos potentes que los de los Android más avanzados. Para que te hagas una idea, los nuevos topes de gama de este año tienen entre 4 y 8 GB de RAM, mientras que el iPhone 8 Plus y el iPhone X se quedan en 3 GB. ¿Cómo es posible que estos terminales, que tienen la mitad de potencia que los Android, vayan igual o más fluidos? La respuesta es sencilla: sistema operativo.

iOS, con todas sus bondades y desventajas, es un sistema operativo hecho con mimo, con esmero y con cariño. Es un sistema operativo hecho para los iPhone con soporte oficial de la empresa que los fabrica. Android, por su parte, es un montón de líneas de código que cada empresa coge y adapta a cada uno de sus terminales en el mercado, añadiendo un sinfín de funciones y características que, como hemos comentado en más de una ocasión, acaban generando una bajada del rendimiento.

Es cierto que estos añadidos son los que hacen que Android sea tan maravilloso y versátil, pero creo que lo ideal es encontrar el equilibrio.

Muchos usuarios se dejan llevar por estos añadidos que, más tarde, acaban condenados al olvido o al uso puntual (he ahí los animojis, la pantalla Edge, Knox o el "modo invitado"). Todos estos añadidos completamente superfluos acaban afectando al rendimiento general del terminal y ralentizando el desarrollo de sus actualizaciones, lo que, al final, provoca una mala experiencia de usuario a largo plazo. Seguimos apostando por las luces de colores y la potencia bruta en lugar de por una versión de Android pulida y un buen soporte de actualizaciones.

¿El ejemplo? Android One y los Google Pixel

A título personal, no me deja de parecer curioso, interesante y digno de reflexión que los smartphones que mejor funcionan, cuyos poseedores están más que encantados, son aquellos que cuentan con una versión de Android lo más parecida a Android Puro. Ejemplos hay a patadas, pero los más conocidos son el Google Pixel 2 XL y el Xiaomi Mi A1. El primero de ellos tiene Android Puro con un par de añadidos pequeños de Google y 4 GB de RAM. Su rendimiento está más que probado y es el mejor teléfono que te puedas comprar a día de hoy, sin lugar a dudas.

El Xiaomi Mi A1, por su parte, cuenta con Android One y 4 GB de RAM. Aquellos dispositivos que usan Android One deben mantener Android lo más puro posible, sin añadir cosas que no se puedan desinstalar. ¿Cómo funciona el Xiaomi Mi A1? ¿Conoces a algún poseedor del Mi A1 que esté descontento con él? No, porque Android, cuando es Android, y no un Android maquillado con colores y efectos, funciona a las mil maravillas. Por no hablar de las actualizaciones. El Xiaomi Mi A1 tiene Oreo, el Pixel 2 XL tiene Oreo 8.1 y se actualizará a Android P, y ambos reciben parches de seguridad mensuales. ¿Qué más les puedes pedir?

¿Significa eso que no debes comprarte un móvil con 8 GB de RAM?

No, por Dios, nada más lejos de la realidad. Puedes comprarte lo que desees, siempre y cuando no te dejes llevar por las cifras. Las preguntas que debes hacerte son "¿Vas a sacarle provecho a los 8 GB de RAM? ¿Para qué usas el móvil? ¿Qué haces en el día a día con él? ¿Te merece la pena pagar más por tener algo que no usas?" Párate a pensarlo antes de desembolsar una buena cantidad de dinero.

Yo, a título personal, me niego en rotundo a pensar que comprar un móvil con 8 GB de RAM es una "apuesta de futuro". Todavía estoy esperando a sacarle provecho a los 4 GB de mi S7 edge o a los 3 GB de mi iPhone 8 Plus.

Cuando compres un móvil, lo primero que debes hacer, antes de mirar las especificaciones, es fijarte en el fabricante y en su historial de actualizaciones. Puede que ese teléfono chino de 250 euros con 8 GB de RAM y cámara de 40 megapíxeles parezca lo mejor de lo mejor, pero ¿estará la marca ahí para solucionar bugs? ¿Recibirás alguna actualización en tu vida? ¿Acabarás buscándote las habichuelas por los foros para encontrar Lineage OS?

Lo primero es el sistema operativo, luego viene lo demás. Un sistema operativo bien hecho con componentes menos potentes es, al menos para mí, preferible a tener el último procesador, mucha RAM y muchas funciones que no voy a usar. Estoy seguro de que mis prioridades no son las mismas que las de todos los usuarios, pero mi recomendación, tras muchos años en este mundillo de Android, es que sigas esta regla: sistema operativo > actualizaciones > marca > componentes.

¿Tiene Android Oreo? ¿Ha recibido parches de seguridad en los últimos meses? ¿Es una marca de la que te puedes fiar y que cuenta con el respaldo de la prensa y los usuarios? ¿Tiene buenos componentes? Si todas las respuestas son "Sí", el móvil merecerá la pena.

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