Nvidia rompe récords con la IA, pero tropieza en China
Resultados récord impulsados por Blackwell frente a un futuro incierto

Nvidia, hoy considerada la empresa más valiosa del mundo, ha vuelto a sorprender con unos resultados financieros que confirman su dominio absoluto en la era de la inteligencia artificial. En su último trimestre, la compañía registró 46.700 millones de dólares en ingresos, un crecimiento del 56% respecto al mismo periodo del año anterior. Su beneficio neto también se disparó hasta los 26.400 millones, un 59% más.
El motor de este auge es, sin duda, el negocio de centros de datos para IA, que por sí solo aportó 41.100 millones. Y dentro de ese segmento hay un protagonista indiscutible: Blackwell, la última generación de chips de Nvidia, responsable de 27.000 millones en ventas.
El propio CEO, Jensen Huang, lo resumió en una frase contundente: “Blackwell es la plataforma de IA que el mundo estaba esperando. La carrera de la IA ya ha comenzado y Blackwell está en el centro”. El directivo se muestra convencido de que en los próximos cinco años se invertirán entre 3 y 4 billones de dólares en infraestructura de inteligencia artificial, una estimación que refleja tanto la magnitud como el apetito del sector.
Un ejemplo del poder de Blackwell es su papel en el reciente lanzamiento de los modelos GPT-oss de OpenAI. Gracias a un rack de última generación, fue capaz de procesar 1,5 millones de tokens por segundo, lo que demuestra la capacidad de estos chips para sostener la nueva ola de aplicaciones generativas.
El gran escollo: China
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Nvidia atraviesa serias dificultades en China, un mercado clave para su crecimiento. Durante el último trimestre no registró ventas de su chip H20 en ese país, pese a haber fabricado un modelo específicamente diseñado para ajustarse a las restricciones impuestas por Estados Unidos.
El problema está en la incertidumbre regulatoria. Bajo la administración Trump, Nvidia puede vender a clientes chinos siempre que pague un 15% de impuesto de exportación al Tesoro estadounidense. Pero el acuerdo no está codificado en ninguna regulación oficial, lo que genera dudas tanto en la empresa como en sus compradores.
A esto se suma un movimiento político aún más complejo: el propio gobierno chino ha desaconsejado el uso de chips Nvidia en empresas locales, obligando a la compañía a suspender la producción del H20 a comienzos de mes. Según la CFO de la compañía, Colette Kress, aunque algunos clientes obtuvieron licencias en las últimas semanas, no se ha enviado ningún dispositivo.
Este bloqueo no es un asunto menor. China no solo representa uno de los mercados tecnológicos más grandes del mundo, sino que también está acelerando el desarrollo de alternativas locales. Si Nvidia pierde relevancia allí, corre el riesgo de abrir la puerta a competidores que intenten llenar ese vacío.