¿Suena bien o solo parece? Así puedes saber si un equipo es de alta fidelidad
No todo lo que suena bien es alta fidelidad. Estas son las claves técnicas y prácticas para saber si un equipo merece realmente esa etiqueta

Si nos sigues habitualmente, entonces ya sabes qué significa que algo sea de alta fidelidad, un concepto que va más allá del puro márketing. Para determinar que algo sea o no de alta fidelidad es necesario ir más allá de lo que los fabricantes o los o de que yo, en uno de mis análisis, diga que, por ejemplo, el Eversolo DMP-A6 suena de maravilla. Que es verdad que suena estupendamente bien pero, como ya dije en el artículo dedicado,los parámetros que determinan esta característica son medibles y observables.
En otras palabras: la calidad de sonido va más allá de lo puramente subjetivo: distorsión armónica, respuesta de frecuencia, relación señal-ruido, jitter digital... todos estos términos son parámetros que pueden medirse con precisión, y que nos permiten separar el grano de la paja; la ciencia de la mercadotecnia.
Estos datos también sirven para exlicar ciertas cosas, como por ejemplo por qué dos equipos que "miden" igual suelen sonar igual, aunque siempre quede espacio para la percepción subjetiva. No olvidemos que este mundo es profundamente emocional, además de científico. Hay cosas de las que no se puede escapar (o a las que no se puede renunciar) en el Hi-Fi.
Anatomía de una prueba técnica

En las mediciones se utilizan micrófonos como estos
Entrando ya en materia, lo primero es separar en dos vías el laboratorio de los oídos. Esto se hace de dos maneras:
- A través de una medición electrónica: mediante el uso de analizadores de espectro auditivo se pueden "inyectar" señales patrón para leer la distorsión armónica total (THD), la distorsión de intermodulación (IMD) o el jitter del reloj de frecuencias hasta niveles de 120 dB. Estas señales se inyectan en todo tipo de dispositivos: amplificadores, fuentes digitales, altavoces y auriculares, móviles, televisores e incluso en los equipos que los profesionales usamos en el estudio.
- Mediante pruebas ABX: este método involucra directamente a los oídos y es lo que se conoce como prueba a ciegas. Se reproduce una señal de audio X que el oyente debe identificar si procede de una fuente A o una fuente B. Si el oyente no consigue acertar, o si sólo lo hace por casualidad, entonces se concluye que no hay diferencias audibles perceptibles.
Lo siguiente ya es mucho más técnico, pero vamos a intentar explicarlo lo más sencillo posible para que todo el mundo lo entienda:
- Se coloca un micrófono especial pensado específicamente para mediciones en una habitación tranquila, lejos de paredes y objetos que puedan distorsionar el sonido. Así sólo recibirá lo que salga del altavoz, sin interferencisa.
- Un ordenador reproduce un barrido de sonidos. Van desde lo más grave a lo más agudo, coincidiendo con el espectro de audición humano (de 20 Hz a 20 KHz). Es como si el altavoz cantase todo lo que podemos oír muy rápido.
- El micro graba todo lo que escucha y el ordenador lo guarda como una gráfica. Esa gráfica no sólo muestra cómo suena el altavoz, sino también cómo suena la sala y cómo influye en el sonido final (igual que lo hace el propio micrófono).
- El ordenador compara esa gráfica con la de un altavoz de referencia —uno "perfecto2—, resta la diferencia entre ambos —como cuando quitas el peso de una caja para saber cuánto pesa lo que contiene— y el resultado que queda es la muestra de cómo suena el altavoz que se está probando, sin "mentiras" añadidas por el entorno.
Parámetros clave de las mediciones de sonido
Parámetro | Qué mide | Umbral de referencia en Hi-Fi |
---|---|---|
THD (Total Harmonic Distortion) | Armónicos añadidos | < 0,1% en amplificadores |
IMD (Intermodulation Distortion) | Sumatorias y diferencias no armónicas (al mezclar dos tonos) | < 0,3% (SMPTE 60 Hz + 7 kHz) |
SNR / SINAD | Relación señal-ruido-distorsión | > 90 dB para equipos domésticos |
Respuesta en frecuencia | Linealidad en el rango de 20 Hz-20 kHz | ± 1 dB en digital, ± 3 dB en analógico, ± 6 dB en transductores |
Jitter | Variación temporal aleatoria de la muestra digital | < 200 ps aleatorio para inaudibilidad habitual |
Loudness ITU-R BS.1770 / EBU R-128 | Sonoridad percibida (LKFS) | –23 LUFS en programas, picos < –1 dBTP |
La tabla resume los principales parámetros técnicos que se usan para medir la calidad de sonido en equipos de audio domésticos y profesionales (Hi-Fi). Cada uno de estos parámetros cuantifica un aspecto diferente del sonido, y existen unos umbrales de referencia que indican cuándo un equipo cumple con los estándares de alta fidelidad.
Esto es lo que significa cada columna:
- Parámetro: El nombre técnico de lo que se mide.
- Qué mide: Qué aspecto del sonido evalúa ese parámetro.
- Umbral de referencia en Hi-Fi: El valor máximo o mínimo que suele considerarse aceptable para equipos de calidad.
Ahora te dejamos una tabla que desglosa los parámetros para que entiendas mejor cada uno de ellos y su función:
Parámetro | ¿Qué mide? | Umbral de referencia en Hi-Fi |
---|---|---|
THD (Total Harmonic Distortion) | Los armónicos (sonidos extra) que añade el equipo a la señal original. | Menos del 0,1% en amplificadores. |
IMD (Intermodulation Distortion) | Sonidos no deseados que aparecen cuando se mezclan dos frecuencias en el equipo. | Menos del 0,3% (según prueba SMPTE 60 Hz + 7 kHz). |
SNR / SINAD | Relación entre la señal útil y el ruido (o distorsión) que añade el equipo. | Más de 90 dB para equipos domésticos. |
Respuesta en frecuencia | Si el equipo reproduce todas las frecuencias (graves, medios, agudos) por igual. | ±1 dB en digital, ±3 dB en analógico, ±6 dB en altavoces/auriculares. |
Jitter | Pequeñas variaciones en el tiempo entre las muestras digitales (solo en equipos digitales). | Menos de 200 picosegundos (ps) para que sea inaudible. |
Loudness ITU-R BS.1770 / EBU R-128 | El nivel de sonoridad percibida (no el volumen máximo, sino cómo de “fuerte” suena en promedio). | –23 LUFS para programas, picos no superiores a –1 dBTP. |
Y ahora te explicamos más detalladamente cada uno:
- THD: Cuanto más bajo, mejor. Si un amplificador añade muchos armónicos (sonidos que no estaban en la grabación original), el sonido será menos fiel. Por debajo del 0,1%, estos añadidos son prácticamente inaudibles en condiciones normales.
- IMD: Cuando dos sonidos se mezclan en el equipo, pueden aparecer sonidos extraños. Si este valor es bajo, el equipo reproduce la música con más fidelidad.
- SNR / SINAD: Mide cuánto ruido o distorsión añade el equipo a la señal limpia. Un valor alto (más de 90 dB) significa que el equipo es muy silencioso y transparente.
- Respuesta en frecuencia: Un equipo ideal reproduce todos los sonidos con el mismo nivel. Los valores indican cuánto puede variar ese nivel en diferentes frecuencias. Por ejemplo, en un altavoz, se acepta una variación de hasta ±6 dB, pero en un equipo digital solo ±1 dB.
- Jitter: En equipos digitales, pequeñas variaciones en el tiempo pueden hacer que el sonido se escuche “sucio” o con interferencias. Por debajo de 200 ps, estas variaciones no se notan.
- Loudness: Es el nivel de sonoridad promedio y se mide en Loudness Units Full Scale (LUFS) —no confundir con el volumen, conocido a nivel técnico como "nivel de presión sonora", "sound pressure level" o SPL, del que he hablado alguna vez en mis análisis—. En televisión y plataformas de streaming, se usa –23 LUFS para que el volumen sea uniforme entre programas. Los picos no deben superar –1 dBTP para evitar distorsión por recorte (“clipping”).
Estos parámetros son importantes porque son medidas objetivas, que permiten comparar equipos de audio sin depender solo de la opinión personal. Si un equipo cumple con estos umbrales, es muy probable que suene bien en la mayoría de las situaciones. Por supuesto, la percepción subjetiva y la acústica de la sala también influyen, pero estos parámetros son la base técnica de la alta fidelidad.
Normas antiguas y nuevas para la calidad del audio

La primera norma que se estableció para determinar la calidad del audio fue la DIN 45500 en 1973. Esta norma fijaba qué era lo mínimo que debía cumplir un equipo para considerarse alta fidelidad. En otras palabras, fue como crear un carnet para que un aparato pudiese presumir de sonar bien de verdad. ¿Qué requisitos marcaba?
- Respuesta en frecuencia de 40 Hz a 16 kHz: El equipo debía reproducir bien desde sonidos graves a agudos, dentro de ese rango, sin cambios bruscos en el volumen (con una variación máxima de ±1,5 dB, un margen pequeño).
- Distorsión armónica total (THD) menor al 1%: Indicaba que los errores, ruidos o sonidos extraños añadidos por el aparato debían ser casi inaudibles.
- Relación señal-ruido (SNR) superior a 40 dB: Significa que el sonido útil tenía que ser, como mínimo, 100 veces más fuerte que el ruido de fondo del propio equipo, así que el ruido no debía molestar.
Las plataformas como Spotify o Netflix usan normas modernas (BS.1770) para que el volumen de las músicas o películas sea consistente:
- Normalización de volumen: Ajustan todas las canciones y contenidos al mismo volumen medio para evitar sustos, así no tienes que andar bajando o subiendo el volumen entre temas o series.
- En música: se sitúa en –14 LUFS (una medida de volumen percibido).
- En cine o series: se pone aún más bajo, –27 LUFS, porque normalmente se busca más rango dinámico (del susurro a la explosión).
- Recorte de picos (limitación de volumen máximo): Si una canción o vídeo tiene picos que pasan de –2 dBTP (“decibelios True Peak”), el sistema los recorta automáticamente para que no distorsione y todo suene limpio en cualquier dispositivo.
Tanto si son normas antiguas o nuevas, ambas garantizan que el audio que escuchas sea de calidad y cómodo para todos. De nuevo, atendiendo a parámetros medibles y observables que ya hemos detallado más arriba.
Radiografía de la distorsión

Medición de la THD en una gráfica
Aquí tienes, explicados de forma sencilla, los tres “villanos” principales que las normas antiguas (como la DIN 45500) y las modernas (como BS.1770 en streaming) intentan controlar para asegurar buen sonido:
- THD: Distorsión armónica total
- Qué es: Cuando el equipo añade sonidos extra, sobre todo “armónicos” (una especie de eco musical que no estaba en la grabación original).
- Por qué importa: Un poco de THD suele pasar desapercibido o incluso puede sonar “agradable” (como en los amplificadores antiguos a válvulas), pero si es mucho (>1%), la música suena sucia o distorsionada.
- Normas: Las reglas establecen un límite (por ejemplo, menos del 1% en la antigua DIN 45500 y mucho menos en equipos modernos) para garantizar que la distorsión no se note.
- Qué es: Cuando el equipo mezcla sonidos diferentes y aparecen chirridos feos que nadie ha puesto ahí.
- Por qué importa: Incluso en pequeñas cantidades (a partir del 0,3%) el oído percibe el sonido como más “áspero” o desagradable. Este es uno de los defectos que más molestan en la música de calidad.
- Normas: Las especificaciones modernas son muy exigentes para que la IMD sea casi imposible de percibir.
- Qué es: En los equipos digitales, si el “reloj” interno no es perfecto, se producen microdesajustes en el tiempo. Estos crean ruidos que no estaban en la grabación: pueden ser zumbidos, “borrones” en el estéreo, etc.
- Por qué importa: Aunque no siempre se nota, si el jitter es alto nuestro cerebro detecta que el sonido es menos realista, sobre todo en música digital.
- Normas: Los estándares actuales imponen límites estrictos para que estas imperfecciones sean tan pequeñas que el oído no las note.
Tanto las normas antiguas como las modernas buscan que estos tres defectos estén tan controlados que la música suene limpia y fiel al original, sin “añadidos no deseados”. Si un equipo cumple los umbrales de distorsión y ruido, puedes confiar en que reproduce el sonido en alta fidelidad.
¿Cómo controlan la calidad de sonido la tele y las plataformas digitales?

Netflix y otras plataformas de vídeo se rigen por una normativa europea unificada
Seguro que alguna vez has cambiado de canal y te has llevado un susto porque el volumen del anuncio estaba mucho más alto que el de la serie. Para evitar estos sobresaltos, la televisión europea aplica una norma llamada EBU R-128.
Esta regla hace que todas las series, películas y anuncios tengan un nivel de sonido parecido, usando unos cálculos especiales —no solo el volumen “a ojo”—: miden cuánta energía de sonido “real” percibe el oído humano para que nada suene demasiado alto ni demasiado bajo, sin importar el canal.
¿Y cómo se consigue? Pues midiendo el sonido usando una fórmula que tiene en cuenta cómo escucha el oído y se aplican límites muy estrictos. El resultado: todo lo que ves en la tele tiene un volumen medio muy parecido, aunque cambies de programa o canal.
Servicios como YouTube usan reglas similares. Si una canción o vídeo está demasiado alto (“clipeado” o masterizado con exceso de compresión), la plataforma baja el volumen automáticamente. Esto penaliza las producciones donde el sonido está excesivamente comprimido y hace que toda la música o los vídeos mantengan un nivel cómodo y sin distorsión.
En el punto anterior hablábamos de tres tipos de errores que pueden estropear la calidad del sonido. El exceso de volumen y la compresión exagerada hacen que estos errores sean mucho más fáciles de notar, porque saturan el sonido y pueden provocar distorsión.
Si el volumen máximo no está controlado, el aparato satura la señal —fenómeno también conocido como clipping—, igual que una radio vieja cuando subías demasiado el volumen. Por eso, tanto las normas antiguas como las actuales (como EBU R-128 o las reglas de YouTube) ponen límites: buscan que la música y las películas suenen potentes pero sin distorsiones, ruidos ni sustos, para que escuches todo con calidad y sin sorpresas.
¿Y todo esto se escucha?

No todo lo que nombramos es perceptible por todo el mundo, pero bastantes cosas se oyen más fácilmente de lo que imaginas
Cuando los expertos hacen pruebas serias de sonido (pruebas “a ciegas”, donde nadie sabe qué aparato está escuchando), la mayoría de las personas no nota diferencias entre dos amplificadores si los dos tienen muy poca distorsión y el sonido sigue siendo igual de fiel (esto se llama “THD –70 dB y respuesta plana”, pero es como decir que el aparato no añade errores ni cambia la música que le llega).
Sin embargo, nuestro oído sí es capaz de detectar otros problemas más evidentes. Aquí van, explicados de la forma más sencilla posible.
1. Caídas de ± 3 dB en la banda media
Si un altavoz o un aparato suena más flojo o más fuerte justo en las frecuencias donde está la voz o la mayoría de los instrumentos (la zona “media” del sonido), lo percibimos enseguida. Es como si de repente las voces sonasen más lejanas o apagadas en una canción, o demasiado “chillonas”.
2. Pico-clipping por encima de –1 dBTP en streaming
Cuando el volumen de una canción o película es demasiado alto y sobrepasa un límite (–1 dBTP), el sonido se “corta” porque no hay margen: esto es el clipping del que hablábamos antes. mejor definido. Es como cuando gritas al micro y el sonido se vuelve distorsionado, sucio o raspa los oídos.
3. Desfase de canal o “comb-filter” en altavoces mal colocados
Si los altavoces no están bien situados, el mismo sonido puede llegar a cada oído con un pequeñísimo retraso. Esto produce interferencias raras (“peines” o “comb-filter”), que cambian el timbre, apagan unos sonidos y refuerzan otros. Es como si taparas un poco uno de tus oídos o pusieras los altavoces detrás de una cortina: algunas notas desaparecen o el sonido parece “raro”.
Hay errores muy pequeños que la mayoría de la gente no puede distinguir (como THD bajísimo en buenos amplificadores), pero sí notamos fácilmente cambios en la zona donde están las voces, cuando el volumen se corta feo o cuando los altavoces están mal puestos y el sonido pierde naturalidad.
Para disfrutar del mejor sonido, es más importante que los altavoces estén bien colocados, que no haya saltos bruscos en el volumen y que el aparato no modifique la “zona media” de la música… Más que preocuparse por ciertas diferencias técnicas que, al final, el oído humano apenas puede notar.
Sabiendo todo esto, ¿qué puedes hacer para conseguir el mejor sonido en casa?

Una sala bien tratada marca la diferencia para bien, siempre
Muchos anuncios presumen de “alta fidelidad” o de ser el mejor altavoz, pero ¿cómo puedes saber si de verdad merecen la pena sin perderte entre palabras técnicas? Aquí van unos consejos explicados para cualquiera, sin necesidad de ser “friki” del sonido.
- No te fíes solo de lo famoso o caro que es un altavoz. Aprende a interpretar lo más básico de unas especificaciones y pídeselas siempre a quien vaya a venderte un equipo, sea el fabricante, un vendedor profesional o un particular. Si no hay papeles donde puedas ver hasta dónde llega el equipo, next.
- Estos números te dejan comparar altavoces de forma fácil y rápida. Dos altavoces pueden costar lo mismo, pero el que tiene mejores cifras realmente puede sonar mucho mejor. Así, no te dejas llevar por la publicidad ni acabas comprando “mármol bonito” en vez de buen sonido
- No te quedes solo con tu primera impresión. Si puedes, haz pruebas en las que no sepas cuál está sonando, las ABX que nombramos más arriba.
- Por mucho que tengas los mejores altavoces del mundo, si la habitación no está bien acondicionada, el sonido puede estropearse. El 80% de cómo suena realmente tu música depende de la sala: reflexiones en paredes, techos y suelos, ecos y rebotes… Es fundamental colocar bien los altavoces y, si puedes, añadir algo de tratamiento acústico —alfombras, cortinas, paneles— para que el sonido sea claro y fiel.
En resumen: los datos técnicos, el diseño del altavoz, cómo lo pruebas y el lugar donde lo escuchas importan mucho más que la apariencia o el precio. Si cuidas todo eso, tendrás el mejor sonido posible en casa. Sé que a simple vista parece mucho esfuerzo, pero vale mucho la pena para escuchar como se debe y no sólo cumpliendo el expediente. Y antes de que me preguntéis... sí, yo he hecho el esfuerzo, porque una buena experiencia de escucha lo vale.