"¿Una llamada? A ver qué ha pasado": la generación Z cree que las llamadas auguran malas noticias
Los jóvenes asocian las llamadas telefónicas al spam, o a que ha pasado algo grave en su entorno familiar. Suelen ignorar la mayoría de ellas

La pesadilla de cualquier veinteañero ya no es suspender un examen o quedarse sin batería, sino que su móvil empiece a sonar con una llamada no programada. Un estudio de Uswitch confirma lo que muchos sospechábamos: el 56% de los jóvenes británicos asocia inmediatamente las llamadas telefónicas con catástrofes o malas noticias, y casi uno de cada cuatro miembros de la Generación Z ha optado por una solución radical - no contestar jamás al teléfono.
La encuesta realizada por Uswitch destapa que el 23% de los jóvenes entre 18 y 34 años ignora por completo las llamadas de voz, frente al 8% de los mayores de 55 años. Si hace veinte años las madres preguntaban "¿por qué nunca llamas?" (la mía ahora también me lo pregunta, pero es que yo tengo ya una edad), ahora probablemente son las únicas personas a las que la Generación Z todavía descuelga el teléfono, y eso que apenas dedican 5,5 minutos diarios a hablar.
"No me llames, escríbeme": cuando la llamada se convirtió en la última opción
El panorama es demoledor: el 61% de los jóvenes prefiere los mensajes escritos antes que descolgar el teléfono y el 48% opta directamente por las redes sociales como canal principal de comunicación, frente al ridículo 11% de los mayores de 55 años.
"Nunca contesto llamadas que no estén programadas. Con mis amigos usamos notas de voz; con mi madre, llamadas tradicionales", confiesa Freya Mallard, una joven de 26 años citada en el estudio, que ejemplifica a la perfección la nueva etiqueta digital que impera entre su generación.
Este comportamiento no es exclusivo de la forma de comunicarse. Estudios anteriores ya mostraban cómo los jóvenes estadounidenses consideran vergonzoso usar Android, aunque curiosamente en Reino Unido la tendencia es la contraria. Patrones que demuestran cómo la tecnología se ha convertido en un marcador social para esta generación.
Entre las razones para evitar las llamadas destaca el spam (63%), aunque sorprendentemente este motivo preocupa más a los mayores de 55 años (74%) que a los jóvenes (53%). La mitad quiere saber quién llama antes de contestar, el 24% alega estar demasiado ocupado y el 23% no quiere interrumpir lo que está haciendo.
Mientras ciertas aplicaciones han demostrado generar adicción, las llamadas provocan el efecto contrario: rechazo. Un fenómeno que ha transformado radicalmente nuestra forma de relacionarnos, priorizando la eficiencia y el control sobre cuándo y cómo respondemos.
A pesar de esta aversión generalizada, las llamadas telefónicas siguen teniendo su lugar en momentos cruciales. El 53% de los encuestados admite que se sentiría ofendido si no recibiera una llamada para comunicar noticias vitales como nacimientos o compromisos. El 57% sigue prefiriendo llamar para informar sobre fallecimientos y el 56% para ofrecer apoyo en situaciones difíciles.
Las cifras hablan por sí solas: entre 2012 y 2022, los británicos enviaron 1.300 millones de mensajes online frente a tan solo 36 millones de SMS. Una revolución comunicativa que explica por qué los jóvenes recurren cada vez más a apps de mensajería y alternativas similares.
El teléfono no ha muerto, pero su función se ha transformado radicalmente. La Generación Z lo reserva para momentos verdaderamente importantes, mientras reinventa la comunicación diaria combinando la inmediatez digital con el contacto humano para lo realmente importante.