¿Por qué no hay más móviles con lápices inteligentes?

¿Por qué no hay más móviles con lápices inteligentes?

Son dos las empresas que siguen apostando por incluir un stylus --o "lapicito", como lo llaman algunos-- en sus dispositivos. Una es Samsung, cuyo S-Pen es señal de identidad del Samsung Galaxy Note 9. La otra es LG y sus tres modelos Q Stylus. Son cuatro los dispositivos que siguen haciendo uso de este peculiar bolígrafo, y hoy nos hemos querido preguntar ¿por qué no hay más? ¿Por qué el resto de fabricantes no apuestan por el stylus? Vamos a arrojar algo de luz al respecto.

Lo cierto es que no hay estudios ni encuestas de organismos independientes que puedan certificar la utilidad o no del S-Pen, stylus o como queramos llamarlo. Sí tenemos unas declaraciones de Drew Blackbard, Director Senior de Marketing de Smartphones de Samsung, que confesó a Business Insider que el 92% de los poseedores de un Galaxy Note 8 eran usuarios activos del S-Pen, y que un 73% de las personas que lo compraron lo hicieron específicamente por su presencia. También hay un estudio de 2015 que determina que, a la hora de tomar notas y escribir, el 90% de los usuarios prefieren el lápiz y papel convencional frente al stylus y la pantalla. Más allá de eso, poco más se sabe sobre el uso del stylus en móviles y dispositivos electrónicos.

¿Por qué el stylus?

¿Por qué no hay más móviles con lápices inteligentes?

Es complicado ofrecer una respuesta en firme, aunque sí podemos basarnos en la trayectoria de los smartphones para descubrirla. La primera vez que vimos el S-Pen fue en el Samsung Galaxy Note, lanzado al mercado en 2012. Por aquellos entonces, el Note era un terminal gigantesco, enorme, con una pantalla de 5,3 pulgadas. Cuánto ha llovido desde entonces. El stylus tenía sentido, dado que era una forma de interactuar con una pantalla grande y usar el terminal como si de un cuaderno se tratase. De hecho, más allá de un par de interacciones sencillas, el S-Pen servía para tomar notas y poco más.

Tenemos que obviar aquí las PDAs antiguas. Casi todas funcionaban con stylus debido a la tecnología de su panel táctil.

La idea del S-Pen es la misma que el resto de stylus que podemos encontrar en cualquier establecimiento, bazar y tienda online: interactuar con el dispositivo sin tocarlo, emular los gestos del dedo y aprovechar el tamaño de la pantalla para ampliar sus funciones. La diferencia de Samsung con el resto de fabricantes es que fue más lista y convirtió el S-Pen en algo novedoso, útil y deseable.

Fue una "innovación" radical --con permiso de Steve Jobs y su célebre cita "¿Quién quiere un stylus?" enunciada en 2007 durante la presentación del iPhone-- que no terminó de despegar hasta el Note II. El Note II de Samsung es uno de los móviles más vendidos del mundo, con una cifra de ventas que supera las 38 millones de unidades, y fue el encargado de convertir el S-Pen en un rasgo único de la gama Note. El Note 3, 4, 5 y 8 siguieron la senda, mejorando el stylus y añadiendo nuevas funciones. El S-Pen del Note 9 es el máximo exponente de lo que se puede llegar a conseguir --más allá de su utilidad real, que dependerá del usuario--.

Si nos ceñimos a la presentación que vimos hace un par de días, Samsung hizo muchísimo hincapié en las posibilidades del S-Pen de cara a la productividad y a la fotografía. La firma coreana ha convertido el S-Pen en algo más que un "lapicito". Ha desarrollado un accesorio que permite interactuar con el terminal a distancia y usarlo para mejorar la productividad. Va más allá de tomar notas con la pantalla apagada. El S-Pen es como un producto a parte, un complemento para el Note 9. He ahí la clave, aunque no es la única.

¿Por qué no lo implementan otros fabricantes?

¿Por qué no hay más móviles con lápices inteligentes?

Por un lado tenemos el grosor y peso del terminal. Los dispositivos tienden a ser más delgados y menos pesados, y añadir un S-Pen o sucedáneo supondría aumentar el largo, ancho y grosor del móvil. En la tabla que tienes más abajo hemos colocado algunos de los terminales más grandes del mercado actual, y si te fijas con atención, verás que el Note 9 es el más alto, de los más anchos y de los que más grosor tienen. Al fin y al cabo, el S-Pen debe meterse en algún sitio, ¿no?

DispositivoAlto (mm)Ancho (mm)Grosor (mm)Peso (gr)
Samsung Galaxy Note 9161,976,48,8201
Samsung Galaxy S9+15873,88,5189
Samsung Galaxy S9147,768,78,5163
Huawei Mate 1015077,88,2186
Huawei P20 Pro15573,97,8180
LG G7 ThinQ153,271,97,9162
LG V35151,775,47,3158
HTC U12+156,673,99,7188

Ninguna marca, salvando a LG, cuyo LG Q Stylus tiene unas dimensiones de 160,15 x 77,75 x 8,4 mm y 172 gramos, y HTC, cuyo HTC U12+ tiene un grosor importante, quiere que su terminal no encaje con las tendencias del mercado. Si los dispositivos son cada vez más finos y alargados, introducir un S-Pen supondría ir a contracorriente, lo que se podría traducir en una reducción de ventas. Lo mismo ocurre con el peso. El Note 9 pesa mucho más que el resto de sus competidores; 13 gramos más que el HTC U12+, segundo terminal más pesado de la lista.

Eso nos lleva a la segunda clave, y es que Samsung es la única marca que, yendo contracorriente, consigue vender su producto. El S-Pen es un signo de distinción de la gama Note. No se puede concebir un Note sin S-Pen, de la misma forma que no podemos concebir un iPhone sin la manzana detrás. Quien compra un Galaxy Note lo hace porque, entre otras cosas, quiere el S-Pen. Samsung ha ocupado ese nicho de mercado, y cualquier marca que quiera competir en él tendrá que sacar un terminal igual o mejor que el Note 9, algo que se antoja complicado.

Quien compra el Galaxy Note lo hace porque, entre otras cosas, quiere el S-Pen.

En resumen, Samsung es la única marca que apuesta fuerte por el stylus porque es la única marca a la que le funciona y la única que consigue añadir un valor real. El S-Pen de los Galaxy Note es un distintivo, algo que gusta a los compradores potenciales de dicho terminal, aunque eso signifique ir contra lo que dicta el mercado. Cualquier otra marca que desease hacerle sombra a Samsung tendría que invertir en desarrollar una tecnología similar, lo que supondría un aumento de precio en el dispositivo final. El Note 9 no vale lo que vale porque Samsung quiera, sino por todo lo que supone lanzar un terminal así al mercado, y la firma coreana es de las pocas que pueden permitirse poner un móvil Android a mil euros y venderlo.

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