Pagué más por un MacBook Air M4 y descubrí que, por fin, vale lo que cuesta

No buscaba el portátil más potente, sino uno que no me diera problemas. El MacBook Air M4 no solo cumple: me ha devuelto la tranquilidad de trabajar sin pensar en la máquina

Pagué más por un MacBook Air M4 y descubrí que, por fin, vale lo que cuesta
Ligero, silencioso y con una autonomía real que sorprende, el MacBook Air M4 se ha ganado un lugar estable en mi día a día, sin necesidad de prometer más de lo que ofrece
Publicado en Apple
Por por Sergio Agudo

Llevo muchos años trabajando como redactor editorial de tecnología, pero llevo todavía más siendo un ferviente entusiasta de cualquier dispositivo electrónico. He tenido ordenadores en casa desde los 6 años, siendo el primero de ellos un ZX Spectrum 128K +2. El siguiente ya llegó en 1992, un PC 286 de la época. Desde entonces he pasado por toda suerte de configuraciones y procesadores.

Por supuesto, también ha habido un buen número de ordenadores portátiles que me han acompañado estos años, la mayoría funcionando en entornos Linux. Es cierto que tengo un portátil gaming con Windows, pero cada vez lo uso menos. Y es que Microsoft no nos está dejando mucha elección a quienes no queremos comprometernos con Windows 11.

El que estaba usando para tareas editoriales y trabajo en movimiento era un antiguo MacBook Pro de 2019, pero iba siendo hora de sustituirlo. Y, viendo cómo estaba el panorama con Windows, que necesito un portátil con autonomía suficiente como para olvidarme del cargador, que los PCs con un Snapdragon Elite X pueden ser una gran idea sobre el papel, aunque no cumple del todo con lo prometido y que Linux en ARM aún no está maduro fuera del entorno de desarrollo y servidores, no me quedaban muchas opciones.

Y estuve a punto de comprar un portátil con un Snapdragon X Elite tentado, precisamente, por el consumo. Sin embargo, viendo el precio de algunas unidades finalmente me decidí por un MacBook Air M4 porque ofrece el equilibrio más sensato entre potencia, autonomía y silencio térmico. Y total, sólo tenía que pagar un poco más –en algunos casos incluso menos–. El modelo elegido es el más básico, el de 16 GB de RAM y 256 GB de almacenamiento. ¿Y sabéis qué? Que no he vuelto a mirar atrás.

¿Qué tal se comporta con mis tareas habituales?

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Hay bastantes apps en funcionamiento simultáneo, pero el chip M4 ni se inmuta

Lo primero que hay que tener en cuenta es que el chip M4 cambia bastante respecto a la generación anterior. Tiene 10 núcleos frente a los 8 del M3, 4 de alto rendimiento y 6 de eficiencia. Se comenta que el rendimiento mejora en torno a un 25 % respecto al M3, pero yo sólo puedo decir, por mi propia experiencia, que va como un tiro.

Mi flujo de trabajo habitual suele implicar tener abiertas varias aplicaciones: un navegador con varias pestañas activas al mismo tiempo, Obsidian como editor markdown externo, y Outlook y Microsoft Teams para las comunicaciones laborales y corporativas. Además, uso Affinity Photo para edición fotográfica ligera, Reaper con Amplitube 4 y Steven Slate Drums para cuando grabo alguna idea en casa —tareas pequeñas, nada de mezcla ni tratamiento intensivo de audio— y poco más. Y lo mueve todo admirablemente bien.

Puedo tener todo lo que necesito funcionando al mismo tiempo sin que el ordenador se inmute. Mientras escribo esto, el consumo total de CPU es de menos del 5 %. La memoria RAM sí está algo más cargada —quedan unos 6 GB libres—, pero teniendo en cuenta las exigencias de los navegadores actuales no es algo fuera de lo común. Aun así, la fluidez sigue siendo intachable.

Y ya que hablamos de la memoria RAM, el hecho de que Apple haya dejado el mínimo en 16 GB es un salto enorme respecto a los 8 GB que veíamos hace no mucho. Cierto, hoy en día es lo indispensable, pero para mi flujo de trabajo actual esa cantidad resulta esencial para poder realizar mis tareas. Si se hubieran quedado en los 8 GB, me habría costado mucho más justificar la compra.

Lo que sí puedo decir es que, después de años usando un MacBook Pro, creo que ya no necesito más acudir a esa línea para cumplir con mis necesidades laborales. El MacBook Air M4 ha sido una sorpresa muy agradable en este aspecto.

Ligero como una pluma y con hambre moderada

En mi día a día como redactor freelance, la movilidad es fundamental. El MacBook Air M4 de 13 pulgadas pesa exactamente 1,24 kg, manteniendo un grosor de apenas 1,13 cm. Después de años transportando portátiles más pesados, la diferencia en la espalda y los hombros durante desplazamientos largos es notable. Y supongo que no hace falta decir que, cuando tengo que asistir a eventos y cargar con él todo el día, es una bendición.

Además, precisamente por su ligereza, puedo sacarlo en cualquier parte y trabajar si lo necesito. En alguna ocasión ya me ha salvado la papeleta en desplazamientos, conferencias y presentaciones: saco el portátil, lo coloco sobre mis rodillas y me pongo a escribir, tomar notas o elaborar crónicas sobre la marcha.

Es precisamente en esos eventos, cuando hay que escuchar a un ponente, donde este portátil realmente brilla. No hay ruido de ventiladores que interfiera con lo que estoy viendo —lo que me da una ventaja considerable a la hora de apuntar cualquier cosa en el momento—. Y ya que hablo de colocarlo sobre mis rodillas: no hay sobrecalentamiento. La carcasa se mantiene fría en todo momento.

Sin duda, el punto más destacable es la autonomía. Apple promete 18 horas de funcionamiento sólo con batería, de las que yo habré sacado en limpio unas 12 o 13 antes de que el ordenador me pidiese que lo conectase a la red eléctrica. En eventos largos o durante escalas en aeropuertos, contar con esta libertad es una enorme suerte.

Y es que a todos nos gustan los ThinkPad —sobre todo para convertirlos en máquinas Linux—, pero la eficiencia energética del M4 no tiene rival a día de hoy. TSMC ha vuelto a sacarse un conejo blanco de la chistera. El resto de fundiciones harían bien en tomar notas.

Pantalla sobresaliente, conectividad normalita

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La pantalla Liquid Retina se ve estupendamente bien y tiene unos ángulos de visión fantásticos

La pantalla Liquid Retina de 13,6 pulgadas es una delicia. Con 2.560 por 1.664 píxeles, 500 nits de brillo y soporte para la gama cromática P3, ofrece colores precisos y texto nítido incluso en condiciones de luz adversas. Vamos, que se ve estupendamente bien en cualquier condición. Obviamente no está pensada para trabajar en exteriores –no es un teléfono móvil–, pero es algo con lo que puedo vivir.

Aunque algunos critican los 60 Hz de tasa de refresco frente a los 120 Hz del MacBook Pro, en uso profesional real esta diferencia es imperceptible para tareas de productividad, redacción y edición básica. Para lo que es mi trabajo diario, la calidad de color y la precisión son más importantes que una tasa de refresco elevada. Y no olvidemos que esto es un Mac, aquí no puedes jugar.​

Los dos puertos Thunderbolt 4, el MagSafe 3 y el jack de 3,5 mm cubren perfectamente las necesidades profesionales básicas, si bien se quedan un poquito justos y de añadir un hub con puertos extra no te salva nadie; dependiendo del uso que vayas a darle al portátil. El MacBook Pro ofrece más conectividad, pero la realidad es que la mayoría de profesionales trabajamos con dispositivos USB-C y conexiones inalámbricas.

El cable MagSafe 3 con indicador de carga es un avance frente a tenerlo todo centralizado en conectores USB-C, algo que también daba problemas con los discos duros externos en el pasado. Algunos, querida Apple, tenemos memoria y seguimos pensando que colocar el receptor WiFi del MacBook Pro de 2019 tan cerca de los puertos USB-C fue algo más que un simple fallo de diseño.

En lo que respecta a las redes, el Bluetooth funciona como debe y la compatibilidad con WiFi 6 es el mínimo esperable. Y no hay aplausos por cumplir con el mínimo. Lo que sí puedo decir es que no he tenido un sólo problema de estabilidad de conexión desde que uso este ordenador. Esto también aplica al uso de routers 5G portátiles.

Equilibrio donde y justo cuando lo necesitas

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El MacBook Air M4 tiene lo justo e indispensable en lo que a puertos se refiere

No compré el MacBook Air M4 buscando enamorarme de un producto nuevo, sino tratando de resolver una necesidad práctica. Quería un portátil que me acompañara sin protestar, que no me hiciera pensar en baterías, ventiladores o temperaturas. Y me he encontrado con algo más: un ordenador que desaparece mientras trabajo, y que se deja olvidar hasta que lo cierras.

Con el paso de los días, he dejado de prestarle atención, y eso lo dice todo. No me he visto reiniciando, ni ajustando parámetros, ni buscando soluciones a problemas absurdos. Simplemente enciendo, escribo, edito, conecto mis auriculares y sigo adelante. En un sector que vive obsesionado con añadir funciones, se agradece encontrar un equipo que apuesta por lo contrario: por no molestar.

No todo es perfecto, claro. Sigue teniendo las limitaciones clásicas de un Air, y es posible que, para algunos, los 60 Hz o la falta de puertos sean un obstáculo. Pero a mí me basta. Lo compré para trabajar, y lo hace sin pedir nada a cambio. Me da igual que existan portátiles con más núcleos o mejor conectividad; este cumple, y eso basta.

Al final, creo que eso es lo que Apple ha entendido con el Air M4: que la mayoría no buscamos un hito tecnológico, sino una herramienta silenciosa que no interfiera con lo que hacemos. No es un ordenador que impresione; es uno que te deja trabajar, pensar y crear en paz. Y, por primera vez en mucho tiempo, no siento la necesidad de buscar el siguiente.

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